Los mercadillos navideños desafían al frío polaco con su potente gastronomía

  • Los polacos aguardan ansiosos la llegada de la Navidad, aunque para abrir boca los mercadillos callejeros ya despliegan en las calles de todo el país su oferta de artesanía, golosinas, música y su potente gastronomía, ideal el frío invierno.

Varsovia, 10 dic.- Los polacos aguardan ansiosos la llegada de la Navidad, aunque para abrir boca los mercadillos callejeros ya despliegan en las calles de todo el país su oferta de artesanía, golosinas, música y su potente gastronomía, ideal el frío invierno.

Uno de los mercadillos más populares en Varsovia es el que se encuentra en los aledaños del palacio de la Cultura y de la Ciencia, un edificio colosal que simboliza la ocupación comunista tras el final de la II Guerra Mundial, y que hoy es un conglomerado de oficinas y centros de ocio.

La mayoría de estos mercadillos navideños abrieron sus puertas poco antes del cinco de diciembre, día de san Nicolás, fecha en la que según la tradición local se intercambian regalos.

En el palacio de la Cultura, como en cualquier otro mercadillo, todo queda envuelto en ese olor denso que tiene la cocina tradicional polaca, con varios puestos donde los diferentes tipos de salchichas o los pierogi -una especie de empanadillas rellenas generalmente de carne o de queso blanco y patata-, se convierten en protagonistas indiscutibles del invierno.

Y es que, aunque un año más la nieve parece haberse olvidado de la Navidad, el frío llama a servirse un buen plato de bigos -guiso de col con carne de cerdo-, o tomarse un tazón de barszcz czerwony -sopa de remolacha y patata-, platos que literalmente calientan los huesos del sufrido paseante, y que bien pueden acompañarse de un reconfortante vaso de vino caliente.

El mismo frío y la lluvia habituales durante estos días son los causantes del poco público que curiosea por estos mercadillos, mucho más transitados en primavera y verano.

También las atracciones para niños aparecen desiertas a causa de la lluvia y las bajas temperaturas, que sin la presencia de la nieve forman un escenario gris y desamparado.

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