Los sirios de Latakia, encantados con los "visitantes" rusos

  • En el vestíbulo de un hotel de Latakia, cinco rusos atléticos están sentados a la mesa en medio de familias sirias que celebran el Eid al Adha, la fiesta del sacrificio. "Somos visitantes, punto y final", zanja uno de ellos.

Con la espalda cubierta de tatuajes, entre los que destaca una cruz, consulta su teléfono móvil. Cuando un periodista de la AFP insiste en hacerles preguntas, otro ruso le contesta que deje de molestar.

"No tengo derecho a decirle que aquí hay rusos, pero como se puede ver no son turistas", afirma un responsable del hotel de Latakia, una ciudad del oeste de Siria.

"Se rumorea que son pilotos de aviones de carga. Los únicos turistas que tenemos son sirios", añade.

En esta ciudad favorable al régimen sirio del presidente Bashar al Asad, las informaciones de prensa que anuncian la llegada de militares rusos son motivo de alegría.

"Cada mañana, de 6 a 7, veo varios aviones rusos volar y me tranquiliza", asegura Ahmad, de 50 años, quien vive muy cerca del aeropuerto civil y militar Basel al Asad en Hmeimim, al sur de Latakia.

Desde hace varias semanas, Rusia ha reforzado su presencia en Siria con aviones de combate, sistemas de defensa aérea y equipamientos de última generación. Parte de este material lo ha cedido al ejército sirio, en guerra desde hace más de cuatro años contra los rebeldes.

Un experto militar sirio en la ciudad, que quiere conservar el anonimato, asegura que "los rusos manejan todo el material ultrasofisticado, como el guiado de los drones. Ellos son los que entrenan a los pilotos sirios y los que están al mando".

"Hace tres días dos cohetes cayeron en el aeropuerto. Los rusos detectaron inmediatamente de dónde procedía el fuego y dos aviones despegaron para ponerle fin, a 20 km de la base", en territorio rebelde, añadió.

Con la excepción de un soldado montando guardia, no se ve movimiento en el exterior del complejo militar de Al Sanobar, situado al norte del aeropuerto, en un pinar.

La presencia rusa está en boca de todos.

"Eran amigos y se han convertido en hermanos, bastante más que muchos árabes. Antes, Rusia nos defendía a través de la diplomacia, ahora nos protege militarmente", opina Rima, una estudiante de 25 años.

"No hay nada más maravilloso por la mañana que tomarme el café y fumar narguile en mi balcón escuchando el ruido de los aviones rusos", afirma Nafaa, un comerciante de 46 años que vive en Sharashir, a 3 km del aeropuerto.

Sentado en una cafetería del barrio de Sheij Daher, Fady, un ingeniero de 40 años, también es partidario incondicional de Rusia. "Soy laico y pertenezco a una minoría religiosa. Es lo mejor que puede pasar, puesto que los rusos van a impedir que los extremistas avancen y quizá logren hacerlos retroceder".

Latakia se encuentra en zona alauita, la minoría religiosa a la que pertenece Asad. Cuenta con 400.000 habitantes, la mitad de ellos de esta comunidad. Los rebeldes islamistas sunitas aliados a Al Qaida controlan la provincia limítrofe de Idleb, al este.

"La mayoría de los sirios prefieren los rusos a los iraníes porque muchos tienen relaciones de parentesco con ellos, sobre todo los diplomados sirios que estudiaron en Rusia y se casaron con rusas", explica Adnan, un ingeniero de 53 años.

"Además estiman -dice- que el único interés de los rusos es geoestratégico, al contrario de los iraníes que tienen una visión colonialista y quieren extender el imperio persa".

El activismo ruso, diplomático y militar en Siria comienza a dar frutos. Algunos países, como Alemania y Turquía, han barajado públicamente la posibilidad de incluir al presidente sirio en la búsqueda de una solución al conflicto.

La implicación militar rusa marca "un giro", declaró a la AFP un responsable sirio. "Rusia se propone demostrar que no hay solución sin Bashar al Asad y que hay que implicar su ejército en la lucha contra Daesh", acrónimo en árabe del grupo yihadista Estado Islámico (EI), que controla regiones extensas del país.

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