Mañana se celebra el día mundial del braille


Mañana domingo se celebra el Día Mundial del Braille, que es el sistema de lectoescritura que cuenta ya con casi 200 años de historia, y gracias a él, las personas ciegas pueden aprender a leer y a escribir.
En concreto, el Braille es un sistema de alfabeto táctil de 6 puntos distribuidos en un rectángulo de tres por dos, que representa las letras, números y símbolos de la mayoría de los idiomas del mundo.
Como recuerda la Unión Mundial de Ciegos (UMC) en un comunicado, este sistema fue inventado por Luis Braille en 1824, cuando sólo tenía 15 años, con el fin de poder leer los libros que deseara, al igual que hacían sus compañeros de instituto. El Día Mundial del Braille se celebra siempre en esta jornada, puesto que fue el 4 de enero de 1809 cuando nació el joven creador de este sistema de lectoescritura.
En España, la ONCE se encarga de la transcripción de libros al sistema Braille que las personas ciegas necesitan para estudiar, desarrollar sus labores en el puesto de trabajo, o simplemente porque desean leer un libro del tipo que sea por ocio, al igual que puede elegir hacerlo el resto de personas que no tienen discapacidad visual.
DIFICULTADES ENTRE PAÍSES
Para los estudiantes ciegos, el braille es la llave de la alfabetización y de un empleo futuro; sin embargo, las leyes actuales de derecho de autor requieren que las escuelas consigan permiso para reproducir libros en formatos accesibles tales como braille y macrotipos. Si los países no tienen excepciones para estos casos, se crea una importante barrera que impide a los niños ciegos y deficientes visuales el acceso a la educación, ya que no pueden tener los libros y materiales de estudio que necesitan.
Además, los libros braille producidos por organizaciones que brindan servicios a las personas ciegas de un país, como por ejemplo, Perú, no pueden compartirse con otro, como Argentina. Cada uno tiene que producir sus propios libros accesibles, lo que crea una innecesaria duplicación de trabajo y un costo mayor, que podría reducirse si los libros de texto en braille se pudieran compartir a través de las fronteras internacionales, según explica la UMC.

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