Mónico Sánchez, el inventor manchego que conquistó Nueva York

  • Mónico Sánchez, el gran inventor manchego que a principios del siglo XX logró conquistar Nueva York con inventos como los rayos X portátiles, vuelve a cobrar protagonismo con la conmemoración del centenario de la construcción de su gran laboratorio eléctrico.

Aníbal de la Beldad

Piedrabuena (Ciudad Real), 6 sep.- Mónico Sánchez, el gran inventor manchego que a principios del siglo XX logró conquistar Nueva York con inventos como los rayos X portátiles, vuelve a cobrar protagonismo con la conmemoración del centenario de la construcción de su gran laboratorio eléctrico.

El Ayuntamiento de Piedrabuena, pueblo natal de Mónico Sánchez, y la asociación de amigos de esta localidad han organizado una conferencia para ahondar en la figura de este relevante personaje, cuya vida de cine ha levantado la curiosidad de científicos e investigadores y que desarrolló buena parte de su vida profesional en las más importantes empresas tecnológicas estadounidenses del momento.

En los escasos veinte metros de fachada que aún se conservan de aquel gran edificio que albergó el laboratorio y que comenzó a construir en 1913, los amigos de Piedrabuena colocarán una placa conmemorativa para recordar que en ese lugar, don Mónico, como era conocido en su pueblo, desarrolló sus ideas "hasta lograr colocarse a la vanguardia de la investigación del incipiente mundo de la electricidad".

Quienes han estudiado su trayectoria investigadora reconocen a Mónico Sánchez como uno de los investigadores españoles más destacados, "un talento en su momento", lo que le llevó a diseñar, entre otros avances, el aparato de rayos X portátiles, un invento que se convirtió en una auténtica revolución dentro de las aplicaciones de la electricidad en la medicina.

El inventor ciudadrealeño, que ocupa un lugar destacado en el Museo Nacional de Ciencias y Tecnología, logró que, en un pequeño maletín de apenas unos kilos de peso, se "condensaran" todas las funcionalidades de los pesados equipos de rayos X de la época.

Su famoso invento aportó numerosas ventajas cuantitativas y cualitativas a la medicina, al permitir por ejemplo que las ambulancias del ejército francés durante la I Guerra Mundial fueran equipadas con sus equipos y que muchas pequeñas consultas de médicos en España pudieran contar con un equipo de diagnóstico cómodo, manejable y de fácil uso.

El profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha Juan Pablo Rozas, que actualmente trabaja su tesis sobre Mónico Sánchez y se ha convertido en una de las personas que más han ahondado en su figura, recuerda que, ya en su época, los reconocimientos fueron notables para el inventor manchego.

Le fue impuesta la Medalla de Oro de Ciudad Real en 1914, pero también recibió distinciones significativas como la Medalla de Oro de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, por los interesantes aparatos electromédicos y electrofísicos que presentó entonces.

Doctor Honoris Causa en Ciencias Electrotécnicas por la Escola Livre de Engenharia do Rio de Janeiro, el científico manchego impartió numerosas conferencias y publicó importantes artículos tanto en los Estados Unidos como en España.

Rozas, en una pequeña monografía sobre el inventor de Piedrabuena que verá la luz en los próximos días, recuerda cómo don Mónico, de carrera autodidacta, cuando trabajaba como dependiente en un pequeño comercio "ya soñaba con estudiar el milagro de la electricidad".

Rememora también que don Ruperto, su querido maestro, "había hecho cuanto pudo por mantener esa ilusión" en sus años jóvenes, lo que le llevó a hacer realidad en Madrid su sueño de estudiar por correspondencia electricidad en la Engineer Institute of Correspondence Instruction y, años después, ampliar estos conocimientos en Nueva York en la Columbia University. EFE.

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