Pakistán quiere cerrar la herida del valle asaltado por los talibanes en 2009

  • El Ejército paquistaní, en el ojo del huracán tras la muerte de Bin Laden, reivindicó hoy el éxito de su mayor operación militar lanzada contra los talibanes: la que hace dos años desalojó a los integristas del valle norteño de Swat.

Agus Morales

Mingora (Pakistán), 6 jul.- El Ejército paquistaní, en el ojo del huracán tras la muerte de Bin Laden, reivindicó hoy el éxito de su mayor operación militar lanzada contra los talibanes: la que hace dos años desalojó a los integristas del valle norteño de Swat.

"Swat estaba virtualmente entregado a los terroristas", admitió el jefe del Ejército, Ashfaq Pervez Kiyani, en un discurso pronunciado en Mingora, la principal población del valle.

El general recordó que la ciudadanía "estaba aterrorizada e impotente" ante los talibanes y las autoridades civiles y la Policía "habían dejado de existir".

Fueron 30.000 soldados, los que, apoyados por la artillería y la aviación, expulsaron a partir de abril de 2009 del valle y sus aledaños a la insurgencia, que había desafiado al Estado al conquistar territorio a unos 100 kilómetros de Islamabad.

La ofensiva militar contó con un gran apoyo tanto en Pakistán como sobre todo en Washington y otras capitales europeas, que veían con preocupación la expansión talibán.

Los combates tuvieron un coste elevado para la población civil: 2,4 millones de personas resultaron desplazadas, un 75 por ciento de las cuales buscaron refugio en casa de otros paquistaníes y el resto en campamentos, según datos del Ejército.

"Creo que es difícil encontrar un paralelismo en la historia si consideramos la magnitud de la operación", reflexionó Kiyani.

El general hizo estas declaraciones en un seminario organizado en el corazón del valle para explorar las posibilidades de rehabilitación de algunos de los paquistaníes que estuvieron implicados en actividades insurgentes.

Al acto acudió también el primer ministro, Yusuf Razá Guilani, para escenificar la unidad entre su Gobierno y el poderoso brazo castrense.

"La eliminación de la amenaza radical en Swat, antaño etiquetada en los medios globales como un centro neurálgico de los terroristas, es un éxito significativo", declaró Guilani.

Si no un éxito, la operación en Swat sí que es al menos un referente habitual entre los académicos para analizar otras misiones armadas contra la insurgencia.

Conocidas son las visitas y el interés en esta ofensiva de dos de los defensores del manual de la llamada "contrainsurgencia" en EEUU: los generales Stanley McChrystal, en 2009 al frente de las tropas internacionales en Afganistán, y David Petraeus, su sucesor y ahora jefe designado de la CIA.

Fotografías de McChrystal y otros militares extranjeros sirven al Ejército para presentar los centros de rehabilitación que gestiona a decenas de kilómetros de Mingora, donde profesores y psiquiatras se afanan por insertar en la sociedad a jóvenes antes ligados a la insurgencia.

La unidad cívico-militar, el apoyo popular y la convicción de que había que llevar a cabo tal ofensiva son los factores que explican su desenlace, según expuso en otra de las conferencias el político y académico Mushahid Husain.

Salta a la vista que el hermoso valle, que antes del auge talibán dependía del turismo, ya no es el escenario de ejecuciones públicas o de continuos atentados que arrancaron en 2007, pero queda una dura posguerra por delante.

"Quiero reiterar que no hay una solución militar al terrorismo, ya que la estrategia militar solo puede ofrecer una atmósfera que permita" el desarrollo, expuso hoy el jefe del Ejército.

Ahora es el verde militar el que predomina en esta histórica región, a la espera de que las autoridades consigan durante la posguerra mejorar la calidad de vida de unos lugareños que, según dicen las guías turísticas, viven en la Suiza paquistaní.

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