Pescador salvadoreño cumple la promesa hecha a su compañero de naufragio

  • El pescador salvadoreño José Salvador Alvarenga, que dice haber pasado más de un año a la deriva, cumplió hoy una promesa que hizo a su compañero mexicano de infortunio, Ezequiel Córdova Ríos, antes de que muriera en medio del océano.

Amalia Avendaño

El Fortín (México), 15 mar.- El pescador salvadoreño José Salvador Alvarenga, que dice haber pasado más de un año a la deriva, cumplió hoy una promesa que hizo a su compañero mexicano de infortunio, Ezequiel Córdova Ríos, antes de que muriera en medio del océano.

Y la promesa consistía en contarle a la madre, Rosalía Ríos, los últimos momentos de su hijo y las palabras que le dedicó antes de que pereciera en aguas del Pacífico, en una travesía que comenzó en México y terminó en las Islas Marshall, a 13.000 kilómetros de distancia.

Después de pasar cuatro meses juntos en la misma embarcación, su amigo pereció mientras los dos estaban a la deriva, y su cuerpo lo echó al mar tres días después de que muriera, según contó hoy Alvarenga.

"Le contó (a la madre de su compañero) que él se ponía a llorar frente a Ezequiel, hablándole, diciendo que no estaba muerto, que sólo estaba dormido. Le tocó echarlo al agua finalmente", relató el abogado que acompaña al pescador, Benedicto Perea.

La familia de Ezequiel celebrará una ceremonia fúnebre el 31 de marzo próximo, aunque no se sepa con certeza el día exacto en que murió.

"En medio del mar, no tenía forma de saber la fecha, no tenía un calendario, pero para mí fue en marzo y así lo recordaremos", expresó la madre, quien recibió al salvadoreño con lágrimas y un largo abrazo.

Rosalía Ríos, sus cuatro hijos y otros familiares compartieron hoy una sopa de gallina con Salvador en esta comunidad de El Fortín, en la costa del Pacífico mexicano.

El pescador salvadoreño, que llegó ayer a México para reunirse con la familia de su fallecido compañero de viaje, dijo sentirse "desahogado" y "tranquilo" después de haber hablado con Rosalía Ríos.

"Me siento yo feliz de haber cumplido con la promesa que hice a mi compañero. No dije mentiras, ya quedó conforme que cumplí con mi promesa", dijo a los periodistas el pescador, que residía en México antes de que se perdiera en el océano.

No quiso precisar el mensaje que le llevó a la madre de Ezequiel, pero a sus hermanos les relató que el naufragio comenzó poco después de que salieran a pescar tiburón, el 17 de noviembre de 2012, desde la playa de Chocohuital.

"Nos agarró el mal tiempo, el norte, se dañó el motor, quedamos a la deriva, fue muy complicado; sólo Dios sabe por qué pasan las cosas, que no fui yo el que falleció, que fue mi amigo", afirmó el pescador.

"Yo no hubiera deseado que fuera así, yo hubiera querido que los dos estuviéramos aquí, pero no fue así", lamentó.

Durante los meses que estuvo a la deriva, el pescador de 37 años de edad comió pescado y aves crudas, y bebió sangre de tortugas y su propia orina para sobrevivir. Fue rescatado el 30 de enero pasado en las Islas Marshall, en el Pacífico Sur.

Alvarenga confirmó que no volverá al mar y que se quedará a vivir con sus padres en El Salvador, junto a su esposa y su hija, a quienes había dejado doce años antes del naufragio para ser pescador en la costa mexicana.

Se dedicará, según dijo, a "ir a las iglesias". "Predicando la palabra de Dios -agregó- y espero que Dios me escuche, y tengo fe en eso, que él fue el que me dio mi vida, sin él yo no estaría aquí".

Por su parte, Rosalía Díaz dijo sentirse "más tranquila" porque ya sabe cuáles fueron las últimas palabras de su hijo. "Me las voy a guardar, es algo tan lindo o también tan triste que no me gustaría publicar, me lo voy a reservar para mí, era para mí", añadió.

El abogado explicó que se documentarán los testimonios y actas a partir de la desaparición de Ezequiel para declarar formalmente la defunción del joven habitante de Chiapas, que se mantenía como desaparecido.

El pescador salvadoreño, después de comer, acompañado de sus padres y la familia de su fallecido compañero, se dirigió a la costa para abordar una lancha similar a la que le sirvió de refugio durante 14 meses en su odisea.

"A ver cómo me va", respondió entre risas a los pobladores que le saludaban al pasar. Después de 25 minutos llegó finalmente a Chocohuital, a la comunidad de pescadores de donde había partido antes de que se perdiera en el océano.

Mostrar comentarios