Sucesos

Puerto Hurraco: 30 años no son nada

Tal día como hoy de 1990 los hermanos Emilio y Antonio Izquierdo mataron a tiros a nueve personas e hirieron a 12. Su odio a los Cabanillas estaba tras la tragedia.

Detención de Antonio Izquierdo tras la matanza de Puerto Hurraco.
Detención de Antonio Izquierdo tras la matanza de Puerto Hurraco.
EFE

Es domingo, 26 de agosto de 1990. En la pedanía pacense de Puerto Hurraco anochece. Hay vecinos y un puñado de veraneantes en la larga y estrecha calle que vertebra la localidad aprovechando la buena temperatura tras un día de calor irrespirable. Los niños juegan y algunos toman refrescos. Es un día de estío que termina sereno y en paz como el de ayer, como el de antes de ayer. Justo entonces el estruendo de disparos de escopeta y el inconfundible olor a pólvora convierten la noche en eterna para nueve personas inocentes.

Puerto Hurraco se llena de sangre, cadáveres y gritos. Solo dos hombres, con rústicas vestimentas, parecen ajenos al pánico reinante en un pueblo que vive de la aceituna y el campo: son Antonio y Emilio Izquierdo. Y son ellos dos quienes están sembrando de horror la oscuridad con sus armas con las que a veces cazan tórtolas. Cuando acaban los despiadados fusilamientos los dos hermanos Izquierdo -'los pataspelás', como se les conoce en esta zona de La Serena- se desvanecen en la noche.

Las postas han segado las vidas de jóvenes y mayores. Todos ellos inocentes. Entre las víctimas mortales están dos de las hijas de 12 y 14 años de Antonio Cabanillas, de ‘los Amadeos’.  Son las primeras en ser abatidas. Salva la vida otra hermana de las pequeñas que está en casa de unos familiares.

Puerto Hurraco coronó la España negra, la de las rencillas, la de las disputas por lindes, la de odios gangrenados y eternos

Los Izquierdo y los Cabanillas llevan media vida enfrentados pero lo del 26 de agosto de 1990 es la maldad y la crueldad personificadas. Dos hermanas Izquierdo, Luciana y Ángela, abandonan inmediatamente Extremadura con los cadáveres aún calientes. Se dijo que ellas habrían empujado a Emilio y Antonio a cometer la brutal masacre, pero no pudo probarse, aunque se determinó su entrada en un centro psiquiátrico. En la estirpe Izquierdo también figuran Jerónimo, que mató a Amadeo Cabanillas a finales de los años 60, y otra hermana de los cinco, casada que no tuvo nada que ver con ninguno de los hechos.

Puerto Hurraco -desconocido hasta el momento en el resto de España- escaló ese domingo de hace ya treinta años al número uno del podio de la España negra, la de las rencillas, la de las envidias, la de las disputas por las lindes, la de los enfrentamiento entre familias, la de amores y desamores, la de odios gangrenados y eternos, la de personajes que parecen dibujados por tinta de una estilográfica de novelas...

Hoy, treinta años después, Puerto Hurraco sigue enmarcado e inmóvil en Benquerencia de la Serena. La infinita y empinada calle Carrera, donde los dos hermanos Izquierdo dispararon sin miramientos conserva en el número 9 la casa donde falleció quemada su madre en 1984 en un extraño incendio del que los Izquierdo culparon a los Cabanillas. Casi enfrente está el número 10 de la calle. La noche trágica del 26 de agosto de 1990 ese inmueble -que lucía entonces una gran puerta de madera con una negra aldaba- tenía en el exterior unas pocas sillas rojas metálicas, como las de los bares. Antonio y Emilio congelaron con sus disparos la vida de los que disfrutaban allí de la paz dejando charcos de sangre en el suelo.

La rivalidad entre los Izquierdo y los Cabanillas, 'los pataspelás' y 'los Amadeos' se remonta en el tiempo

Nueve muertos y 12 heridos, algunos de ellos de gravedad. Toda la comarca de La Serena se convirtió en escenario improvisado y macabro para las televisiones -Antena 3 había comenzado sus emisiones en enero de ese año y Telecinco, en el mes de marzo- y en crónicas de papel para los periódicos de toda España. Por Puerto Hurraco pasearon clásicos del periodismo de sucesos, como Margarita Landi, histórica cronista de 'El Caso', una mujer curtida en el oficio y que fumaba pausada en pipa. También el que esto escribe y otros reporteros del entonces recién nacido periódico EL MUNDO: Gustavo Catalán Deus, Fernando Mas, Mario Tascón, Ángel Casaña, Fernando Quintela, Javier Prieto…

La historia de rivalidad entre los Izquierdo y los Cabanillas se remonta en el tiempo. En 1967, Amadeo Cabanillas fue asesinado por Jerónimo Izquierdo. Cuentan que hubo un problema de lindes entre fincas, un amorío roto entre Amadeo y Luciana Izquierdo… Jerónimo, el mayor de ‘los pataspelás’ ingresó en prisión y, a su salida, en 1986, hirió gravemente a Antonio Cabanillas al que acusaba de haber causado el incendio en el que falleció la matriarca de los Izquierdo dos años antes.

Jerónimo murió en el psiquiátrico a los pocos días de ser internado… y hubo paz entre odio contenido hasta 1990, cuando dos hombres con cananas de cartuchos en sus cuerpos aparecieron desde el monte por un callejón en la calle Carrera disparando a matar. Ambos desaparecieron después entre sombras, dejando Puerto Hurraco con muescas en las paredes, cristales rotos, parabrisas tiroteados, muertos, heridos, dolor y miedo, mucho miedo.

Nadie fue al sepelio de Antonio Izquierdo, que se suicidó colgándose de los barrotes de su celda. Una página de la España negra se cerraba; olvidar es imposible.

Llegar a Puerto Hurraco fue una aventura a bordo de un Fiat Punto Turbo, que tenía una aceleración endiablada para la época. En La Serena nadie conocía a nadie, nadie sabía de nadie... pero todos hablaban de todos. Eso sí, tras las ventanas de las casas o a la puerta de los hogares, que las paredes oyen y los adoquines ven. Pasear de noche por Puerto Hurraco -tras pasar la línea de seguridad montada por la Guardia Civil- tratando de recrear el suceso era escalofriante. Conducir por caminos perdidos en la sierra en busca de testimonios, tomar café en bares donde la tensión se podía cortar, hablar con el juez, localizar a 'la otra hermana' tras llamar a mil puertas... Periodismo en vena en una sociedad gris que se cocina en su propio jugo.

Antonio y Emilio Izquierdo fueron apresados a la mañana siguiente mientras dormían en el campo; sus hermanas, Luciana y Ángela, regresaron a Badajoz en tren pasados los entierros de las víctimas para prestar declaración en el juzgado de Castuera ante Casiano Rojas. Las fotos de ambas, vistiendo de oscuro riguroso y sentadas en un departamento del ferrocarril, son imposibles de olvidar. Las dos mujeres ingresaron en un psiquiátrico, donde murieron en 2005 con pocos meses de diferencia. Los dos varones fueron juzgados y condenados a 684 años de cárcel. Emilio murió 2006 en prisión mientras Antonio se suicidó colgándose de las rejas de su celda del módulo de Enfermería en un episodio más de esta luctuosa crónica de sucesos que heló la sangre de toda España pocas horas antes de que el fin del verano hiciese regresar a la masa a sus trabajos.

Antonio asistió custodiado al entierro de Emilio, diciendo frente a su tumba: "Hermano, te vas con la satisfacción de que tu madre ha sido vengada". Nadie acudió en 2010 al sepelio de Antonio. Una página de la España negra se cerraba pero olvidar es imposible.

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