Refugiados palestinos de Belén reciben la visita del papa

  • "Me gustaría jugar con él en un pedacito de tierra verde" o "ver el mar" son algunos de los deseos que los niños del campo de refugiados palestinos de Dheisheh, en Belén, esperan hoy transmitirle al papa Francisco, que departirá unos minutos con ellos en la segunda etapa de su peregrinaje a Tierra Santa.

María Sevillano

Belén, 25 may.- "Me gustaría jugar con él en un pedacito de tierra verde" o "ver el mar" son algunos de los deseos que los niños del campo de refugiados palestinos de Dheisheh, en Belén, esperan hoy transmitirle al papa Francisco, que departirá unos minutos con ellos en la segunda etapa de su peregrinaje a Tierra Santa.

"Ahora entra en el Dheisheh libre" reza uno de los miles de grafito que decoran las paredes del campo y convierten sus retorcidas calles en una suerte de museo al aire libre de Palestina y los palestinos.

Una obra del famoso pero desconocido artista británico Banksy, marcas en hebreo usadas por las fuerzas militares para identificar las calles durante las incursiones en la segunda intifada o mapas de la desposesión palestina a lo largo del siglo XX son algunas de las ilustraciones que recubren las paredes de las improvisadas viviendas.

Construcciones precarias que han devenido en las sucesoras "naturales" de las tiendas de campaña en las que unos 3.000 palestinos provenientes de 46 pueblos y ciudades hallaron asilo tras ser expulsados de sus hogares en 1948, tras la creación del estado de Israel.

Ahora, acogen a cerca de 13.000 refugiados que conviven en medio kilómetro cuadrado construido sin rastro de espacios abiertos, sin planificación urbanística alguna, y en el que la población infantil y los índices de desempleo rondan el 50 por ciento.

Una situación que no es singular, sino la imagen tristemente repetida en otros 58 lugares a lo largo de Jordania, Siria, Líbano y Palestina.

Campos de refugiados en los que 750.000 personas hallaron cobijo bajo el amparo de las Naciones Unidas en 1948, algunos también tras la guerra de 1967, y que ahora son el hogar de más de siete millones de personas.

"La visita de Francisco mostrará la Nakba (catástrofe, en árabe) del pueblo palestino. Su presencia convierte este año en una ocasión única para que nuestras voces sean escuchadas", expone a Efe Jaled Saifi, director del centro cultural Ibda, orientado a jóvenes refugiados.

Miembro del comité conjunto que organiza la llegada del líder religioso al campo, Saifi se muestra expectante ante esta audiencia con el pontífice, quien será recibido con canciones en árabe e italiano interpretadas por un grupo de casi 100 niños de los campo de Dheisheh, Aida y Al-Azza, la propia ciudad y las"hermanas" Bet Jala y Bet Sahour.

"Se caracteriza por dirigirse a los pobres, a los marginales, y trasladar su mensaje al mundo. Pensamos que los 20 minutos que pasará aquí no son suficientes para ver la tragedia en que vivimos, pero sí son simbólicos", afirma.

Y con su presencia atraerá a medios de todo el mundo que verán nuestra situación. Es como un sueño", razona Saifi mientras consume un cigarrillo.

El coordinador debate con Hussam Gaha, otro de los integrantes del comité de bienvenida, compuesto por representantes de todo el espectro social del área de Belén y alrededores.

Ambos sonríen con condescendencia al abordar el mosaico de creencias del que se compone la sociedad en general y el caso de Dheisheh en particular, donde, paradójicamente, no hay cristianos, señala Gaha.

"En Palestina esta brecha entre cristianos y musulmanes es muy estrecha, en especial en lo relativo a festividades sagradas", explica Saifi, quien cuenta entre bromas que él también pone un árbol por navidad.

Mohammed K.Lahham comparte su visión frente a la venida del cuarto papa de su historia.

Parlamentario palestino, cabeza de la comisión organizadora y director del centro Phoenix, un espacio de encuentro, aprendizaje y reflexión situado a las afueras del campo, relata los esfuerzos que se han realizado para "recibirlo como merece".

"La visita en sí es un mensaje político para nosotros, para los refugiados. Quiere decir que hay gente que 66 años después de la Nakba aún sufre", rememora.

"Lo perdimos todo. Conmemoraos ahora esta fecha y él llega en este histórico momento en el que la religión es usada por algunos israelíes de manera perversa para asesinar o destruir mezquitas e iglesias", lamenta Lahham.

Francisco "representa la idea de paz, amor y fe en pleno Oriente Medio, donde la religión ha sido empleada por políticos y líderes para matar, manipular y sembrar el odio", argumenta.

Tras encenderse por el discurso, Lahham reposa poco a poco sus palabras y reflexiona.

"La religión, da igual cuál sea, debería basarse en amar y acoger al otro como forma de respeto hacia el ser humano, y a su derecho a vivir en dignidad y paz", argumenta.

"Y en los campos la gente sufre pobreza y la falta de libertad, de independencia, y las violaciones de sus derechos humanos. Así, la ocupación es un pecado", concluye.

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