¡Y lo mucho que nos reímos con el Brexit!

En tiempos de guerra, el humor es trinchera, y la sátira política británica vive sus mejores tiempos gracias al regalo caído del cielo que fue el Brexit, con sus protagonistas histriónicos y la necesidad de reír.

Siglos de democracia han permitido a los británicos desarrollar como nadie la industria de la burla del poder, mediante revistas -hoy páginas web-, programas de televisión y radio y miles de humoristas "stand-up" para llenar clubes a lo largo y ancho del país.

Pero "si se trata de escribir chistes, el resultado del referéndum fue el mejor", remató el humorista Al Murray, que encarna a un propietario de pub xenófobo y bocazas, en declaraciones a The Guardian.

La revista Private Eye vive su mejor época desde su nacimiento hace 55 años, con 230.000 ejemplares de media quincenal, y The Daily Mash, el medio digital satírico más popular del país, pugna por satisfacer el hambre de chistes de sus lectores, explicó a la AFP su director, Neil Rafferty.

"'Bueno, realmente, la jodí, ¿no?', dice Cameron'", "El último político pro-Brexit abandona el Reino Unido" (sobre la ola de dimisiones que siguió al Brexit), "Australia es el socio comercial ideal, aseguran los británicos a los que no les importa esperar algo 3 meses", rezan algunos de los titulares burlones del Daily Mash estos últimos meses.

"Es un tema enorme. Hay un apetito voraz en el Reino Unido de todo lo que tenga que ver con el Brexit, y lo hay también por la sátira", explicó Rafferty.

"Pero es que además, hay un gran número de personajes extravagantes implicados. Hay opiniones extremas, que son buenísimas para los humoristas. Como todo el mundo se toma el tema muy en serio, podemos pressentar un punto de vista alternativo exagerado", afirmó.

Para Steve Bennett, director de la revista Chortle, dedicada a la industria del humor, "el Brexit despertó mucha tensión, parte racial y en gran parte política. La comedia es un importante instrumento a la hora de suavizarlo todo y hacer ver a la gente las cosas absurdas de ambos campos".

Un viernes por la noche, en el Comedy Cafe del barrio londinense de Shoreditch, el presentador empieza preguntando a quién le gusta Boris Johnson, el ministro de Exteriores y líder de la campaña del Brexit, dardo favorito de todas las bromas.

Un hombre que se presenta como turco alza la mano tímidamente y se justifica afirmando que Johnson tiene ancestros turcos, dando pie al presentador para atacarlo con comentarios mordaces, entre risas de los espectadores.

La escena sirve para constatar algo: la mayoría de los humoristas preferían seguir en la Unión Europea. Pero no todos, como Geoff Norcott, uno de los humoristas en cartel aquella noche en Shoreditch.

¿Hasta cuándo durará la fiebre de los chistes sobre el Brexit? "Hasta que seamos pobres. Y luego nos reíremos de otra cosa, porque es mejor reír que llorar", responde Norcott a la AFP.

No todas las bromas sientan bien, narró Norcott, recordando una vez que una mujer le insultó y se fue de una de sus actuaciones tan pronto como se presentó como pro-Brexit.

"La histeria es lo que lo hace divertido", ahondó Norcott. "Nos dicen que a partir de ahora no tendremos dinero, ni derechos humanos. Y pienso, '¡estamos yéndonos de la UE, no sumándonos a Corea del Norte!".

Para Matt Green, el éxito del tema es que "todo el mundo tiene grandes convicciones pero nadie sabe qué va a pasar. Todos los políticos parecen no tener ni idea", dijo a la AFP. Y en ese contexto, añadió, "los espectadores quieren reír para no llorar".

Risas como las que provocó en el Club de la Comedia el humorista-trobador Mitch Benn con su guitarra y su canción "Fuck the EU" (Que jodan a la Unión Europea), que, pese a su título, es un repaso cariñoso a todos los tópicos sobre los pueblos europeos, del aburrimiento de los alemanes a la siesta de los españoles.

Benn, europeísta convencido -"soy muy europeo, viví un tiempo en Francia, un tiempo en España, y estuve casado un tiempo con una alemana"-, pone a la primera ministra Theresa May como ejemplo del absurdo.

"Tenemos a May haciendo afirmaciones ridículas como 'Brexit es Brexit'. Eso no significa nada. 'Brexit' es una palabra que tiene menos de 12 meses y nunca ha sido definida apropiadamente (...) Es como decir 'Argulfoop es Argulfoop'".

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