El evento, organizado cada dos años, reúne a cerca de 450 participantes, una cifra récord desde su lanzamiento hace cuatro décadas, y de los cuales 57 son extranjeros.
El archipiélago nipón, situado en el "cinturón de fuego" del Pacífico, registra todo tipo de catástrofes, como sismos, tifones, tornados, inundaciones o erupciones volcánicas, y trata de prepararse mejor ante ellas.
Dos de los robots estrella del evento forman parte de un proyecto lanzado tras el sismo y el tsunami del 11 de marzo de 2011, que mató a 18.500 personas y provocó el accidente nuclear de Fukushima.
HRP-2 Kai mide 1,70 metros y puede "identificar escombros en el suelo", evitando tropezar, explica Fumio Kanehiro, uno de los responsables de su desarrollo.
Un poco más grande (1,88 m), Jaxon, llamado así en recuerdo al fallecido Michael Jackson, puede inclinarse e incluso ponerse a cuatro patas si juzga que el techo es demasiado bajo. También puede desplazar obstáculos y despejar un camino, incluso en un ambiente arriesgado para el hombre.
Pero a diferencia de lo que se muestra en la gran pantalla, donde los robots pueden correr, saltar y hasta volar a gran velocidad, estos prototipos son más bien lentos y necesitan varios segundos para hacer cualquier gesto.
Además, sufren problemas de equilibrio en los terrenos accidentados, reconoce Shuji Yumitori, un responsable de la Organización para el Desarrollo de Nuevas Energías y Técnicas Industriales (NEDO), que abandera el proyecto.
No obstante, Yumitori es optimista y cree que estos robots podrán comercializarse en solo cinco años.
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