Unicef: Latinoamérica debe mejorar apoyo a niños en primeros mil días de vida

  • América Latina debe mejorar el apoyo que brinda a niños en los primeros mil días de vida y a sus madres durante el embarazo para prevenir los problemas irreversibles asociados con el retraso en el crecimiento, afirmó hoy el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake.

Alberto Cabezas

México, 28 feb.- América Latina debe mejorar el apoyo que brinda a niños en los primeros mil días de vida y a sus madres durante el embarazo para prevenir los problemas irreversibles asociados con el retraso en el crecimiento, afirmó hoy el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake.

El informe Estado Mundial de la Infancia 2012, presentado hoy en México, alerta sobre esta situación que afecta a un 48 % de los menores en Guatemala, al 29 % de ellos en Haití y Honduras, al 27 % de los niños de Bolivia, al 24 % de los peruanos y al 22 % de los nicaragüenses.

"Es un fenómeno global en los países pobres y en las áreas más depauperadas en buena parte de esta región (latinoamericana)", señaló Lake en una entrevista con Efe.

Explicó que la problemática "viene de la desnutrición", pero es distinta a ella pues un niño malnutrido se puede recuperar cuando es debidamente alimentado.

Sin embargo, quienes padecen deficiencias de nutrición en el seno materno y en los primeros dos años de vida "no solo no crecen (en estatura)", sino que su cerebro tampoco lo hace, señaló Lake.

"El resultado es que el niño nunca aprenderá tanto como otros, ni ganará tanto como ellos, ni desarrollará sus capacidades del modo en que podría haberlo hecho. Y eso es una inmensa pérdida para ese niño y para su sociedad", enfatizó.

La clave para evitar el problema es "la falta de micronutrientes" (cinc, vitamina A, ciertas proteínas, entre otros), un apoyo que no es caro de proporcionar, pero sí difícil de hacer llegar a quienes verdaderamente lo necesitan.

El estadounidense detalló que en México la tasa de retraso en el crecimiento, que afecta primordialmente a los pobres y a los indígenas, alcanza el 12 %. "Eso es malo, pero en términos globales no lo es tanto", afirmó.

Los países del mundo con los niveles más altos de incidencia son Afganistán (59 %), Timor del Este, Yemen y Burundi (58 % en cada caso), Etiopía (51 %) e India (48 %).

Mejor que México estarían Jamaica (4 %), Brasil (7 %) y Colombia (13 %), y algo peor Venezuela (16 %). Unicef no ofreció datos de Chile, Cuba ni Ecuador en el informe.

Otro asunto prioritario para Unicef en América Latina es mejorar el "registro de los nacimientos" que se producen ante las autoridades locales.

Si eso no se hace, existe el riesgo de que a ese niño se le puedan negar sus derechos en el futuro, lo que dificultaría su escolarización o puede impedir que se beneficie de programas sociales, explicó Lake.

La tercera problemática acuciante para Unicef en la región es la ola de violencia, "un tremendo asesino de adolescentes" en América Latina, comentó.

Si bien algunos países están consiguiendo reducir sus tasas de mortalidad en menores de cinco años, más adolescentes están siendo asesinados, especialmente en las urbes.

"(El asunto) está relacionado con las drogas, pero también con muchas otras cosas (...) Es un gran asunto que debemos atender", añadió el director ejecutivo de Unicef.

Finalmente, el último gran reto para los Gobiernos latinoamericanos que mencionó fue el de la inmigración en sus varias dimensiones: niños que se quedan atrás cuando los padres emigran y su lucha por sobrevivir, los que emigran sin sus familias o son repatriados solos, o los asociados con la migración interna hacia las ciudades.

Esta última circunstancia, que afecta sobre todo a los indígenas, dificulta "que tengan acceso a escolarización y que vayan a escuelas secundarias, lo que les condena a perpetuarse en el círculo de la pobreza una y otra vez".

Lake, un antiguo asesor para política exterior del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y miembro del Departamento de Estado de su país, asumió la dirección de Unicef el 1 de mayo de 2010.

Anteriormente el responsable del Fondo de la ONU para la Infancia trabajó en labores humanitarias, fue asesor de Seguridad Nacional de Bill Clinton (1993-1997), director de Planificación de Políticas del también expresidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1981) y profesor de la Universidad de Georgetown.

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