Yemen, al borde de la guerra civil

  • Las fuerzas del presidente Salé y los opositores tribales de Yemen llevan una semana de graves enfrentamientos. Los muertos ya se cuentan por decenas y la escalada de violencia no hace esperar un salida pacífica al conflicto. Entre las tribus hashid y el Gobierno, encontramos a los manifestantes pacíficos.
Un guardia armado vigila la casa en Saná del líder de la tribu Al Ahmar de Yemen.
Un guardia armado vigila la casa en Saná del líder de la tribu Al Ahmar de Yemen.
Reuters
Jeb Boone, Saná (Yemen) | GlobalPost

Durante toda la semana se han oído disparos en diferentes barrios de la capital. Ya el domingo, en un discurso tras negarse a firmar el acuerdo, el presidente de Yemen, Alí Abdalá Salé advirtió a la oposición de que estaban llevando al país hacia una sangrienta guerra civil. Podría ser verdad, un día después el conflicto se recrudeció.

Las fuerzas de la oposición se han hecho con el Ministerio de Comercio e Industria, y el Ministerio de Interior estuvo rodeado y fue atacado con ametralladoras, granadas impulsadas por cohetes, misiles portátiles y sistemas antiaéreos, según un portavoz del Gobierno yemení.

"El Gobierno de Yemen condena estas acciones violentas. Demuestran las intenciones malintencionadas de la facción Al Ahmar, que ha estado financiando al movimiento opositor y ahora está utilizando armas pesadas para atacar y ocupar edificios gubernamentales", ha denunciado el portavoz.

Sadeq Al Ahmar, el mayor de los 10 hermanos que ejercen una influencia significativa sobre la confederación tribal hashid de Yemen, ha mostrado su apoyo al movimiento antigubernamental en marzo. Sus críticas a Salé seguían a las de su poderoso hermano, Hamid Al Ahmar, un millonario hombre de negocios y destacado miembro de la oposición.

En su discurso ante los manifestantes en la Plaza del Cambio, Sadeq Al Ahmar dijo que Salé ya no cuenta con el respaldo de las tribus hashid (el presidente es natural de Sanhan, parte de la confederación tribal hashid).

Jamal Nasser, portavoz de los manifestantes, dice que la gente que está en la calle no apoya ni a la familia Al Ahmar, ni a las otras tribus del país, ni al estamento político. "La Revolución Juvenil del Cambio nunca, bajo ninguna circunstancia utilizará armas para alcanzar sus objetivos. Condenamos la violencia y acusamos totalmente al régimen de Salé por ello".

Aunque desde el inicio de las revueltas en febrero habían surgido algunos choques violentos entre manifestantes y fuerzas gubernamentales, así como entre diversas facciones del Ejército, los enfrentamientos de esta semana han llevado al país al borde de una guerra civil.

"Estaban tomando posiciones en el tejado de una escuela cercana al Ministerio del Interior", afirma Yasser Mohammed Abdullah, de 25 años, refiriéndose a los combatientes de la oposición tribal cuando comenzaron los disparos justo al sur de su barrio. Los vecinos empezaron a correr gritando por las calles, advirtiendo a peatones y conductores que evitasen ciertas vías susceptibles al fuego cruzado.

El propietario de una tienda, que trabaja cerca de la casa de Al Ahmar, dice que la guerra civil es sólo cuestión de tiempo: "Nos esperábamos esto. Salé nos amenazó con una guerra civil, y la familia Al Ahmar es su mayor enemigo".

Farouk Al-Kamali, un periodista que trabaja para Saba, recibió un disparo en una pierna de una ametralladora pesada, según explica su empresa.

"Están disparando al Ministerio del Interior y sacando a la gente de sus casas para refugiarse ellos dentro", alertaba un testigo. "El edificio de Yemenia Airways que está cerca del ministerio ha sido incendiado".

El Gobierno yemení, indignado con la familia Al Ahmar, calificó los ataques de actos aleatorios de violencia ejecutados por una muchedumbre armada.  "Se están enviando refuerzos a la zona para repeler a la muchedumbre", informó un portavoz oficial.

El nombre de las 13 personas muertas en los combates de aquel día fue difundido la mañana siguiente. Pero la cifra exacta de muertos y heridos probablemente no se llegue a saber.

El canal Al Arabiya informó el mismo lunes de que miembros de la tribu hashid, la más poderosa del país y bien armada, y con cientos de miles de integrantes, se estaban trasladando desde su bastión en Ammran hacia la capital.

En la carretera del norte de Saná se encuentra una base en la que se entrenan las fuerzas de élite antiterroristas de Yemen, armados con alta tecnología y formados por militares de EEUU y Gran Bretaña. Los hombres hostiles de la tribu hashid que intenten llegar a la capital probablemente tendrán que luchar contra estas fuerzas para entrar en Saná.

Varios manifestantes han informado que las fuerzas leales al Gobierno han impedido el paso a gente que intenta llegar a Saná desde la ciudad sureña de Taiz, epicentro de las revueltas, y de Ammran, que está al norte y es la capital de la confederación hashid.

La confederación hashid es una de las organizaciones tribales más potentes de Yemen, y aunque está dividida, la familia Al Ahmar sigue manteniendo una considerable influencia dentro de la misma.

El General desertor Ali Mohsen Al Ahmar (no tiene nada que ver con la familia Al Ahmar) todavía no ha hecho actuar a su también rebelde Primera Brigada Acorazada. Tras su deserción, el General dijo que sus tropas sólo entrarían en acción para proteger a los manifestantes en la Plaza del Cambio de Saná.

Gregory Johnsen, experto en Yemen de la Universidad de Princeton, asegura que estos enfrentamientos podrían acabar haciendo que lo que comenzó siendo un movimiento pacífico de protesta desemboque en una guerra civil. "Los enfrentamientos de hoy entre soldados leales al presidente Salé y los hombres de las tribules leales al jeque Sadeq Al Ahmar suponen una peligrosa escalada que amenaza con inclinar el precario punto muerto en el que está Yemen hacia una guerra", afirma.

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