El ser humano y la historia que día a día escribe son enormemente complejas. A través de contradicciones, luces y sombras, está acreditada su tendencia a ignorar aquello que no puede ver de una manera tangible. Y tampoco suele prestar atención a aquello que cree que no le afecta de manera particular. En muchas ocasiones, no actúa hasta que los riesgos son inminentes o los efectos, irremediables. Una inclinación al "aquí y ahora" que se ha acelerado en paralelo al ritmo social y vital distintivo de nuestra época.
Todo ello es compatible con otros ángulos igual de ciertos: en primer lugar, las actitudes pesimistas no suelen ser las mejores para arreglar problemas, y, además, la realidad nos muestra que el ser humano también tiene una notable capacidad para el bien. No estamos, pues, predestinados a incurrir en los errores del pasado. Ese mismo ser humano de comportamiento errático ha demostrado también una enorme capacidad de creación, de reacción, de reparación… de encontrar caminos y salidas ante las situaciones más complicadas.
Muchas de ellas son consecuencia de su propio obrar. Y del mismo modo, es en su mano donde está la solución. Y este es exactamente el caso de la actual crisis climática: la está creando el ser humano, pero está en su propia voluntad, en sus propias fuerzas, el poderla revertir. Como tantas otras amenazas, no ha llegado de repente, son muchas las alertas con las que nos advierte desde hace ya demasiado tiempo. Ya no es solo necesario actuar, sino que es urgente. Según el Informe de Riesgos Mundiales para 2022 del Foro Económico Mundial, el cambio climático es la amenaza a largo plazo a la que se enfrenta el mundo. Y el reciente Pacto de Glasgow, surgido de la COP 26, habla de convertir la década de 2020 en 10 años cruciales de acción y apoyo al clima.
Por tanto, ese "aquí y ahora" ha adquirido un nuevo significado, muy distinto, para convertirse en una llamada a la acción inmediata. Y esa acción nos corresponde a todos, desde aquello que nos representa colectivamente, gobiernos, empresas, entidades hasta lo individual. Cada uno de nosotros puede y debe hacer algo. La solución pasa por hacernos presentes, cambiar ya nuestras actitudes del pasado y marcar una senda de sostenibilidad que asegure un futuro para el planeta.
El diagnóstico actual muestra, sin embargo, una brecha entre la ambición y la acción. Para ayudar a cerrarla, debemos movilizar la voluntad social hacia la respuesta climática. Hay muchos caminos posibles y uno de ellos es imprescindible: la educación ambiental, de la cual hoy celebramos su día mundial y que constituye Fundación Endesa una línea de trabajo fundamental. Trabajamos día tras día para iluminar la sensibilidad de nuestros jóvenes, para que tomen conciencia crítica no solo del problema al que nos enfrentamos sino de su propia responsabilidad.
E igualmente importante, iluminamos su talento, su capacidad para contribuir a la solución. En colaboración con la comunidad educativa, impulsamos proyectos que aúnan divulgación, innovación y pedagogía para reconocer y difundir las mejores prácticas presentes en nuestras comunidades educativas. Se trata de los Premios Ecoinnovación, una iniciativa que llevamos a cabo en colaboración con la Fundación Europea Sociedad y Educación. O alentamos el conocimiento entre los jóvenes sobre la energía y su uso eficiente, con iniciativas como Endesa Educa.
También impulsamos el Ecobarómetro, un análisis de las actitudes y necesidades de nuestros jóvenes sobre la educación ambiental. Su mayor demanda es, según la última edición de 2021, dar más peso a los contenidos ambientales en las aulas.
Este resultado pone en valor sus ganas de aprender para aportar, quizá porque son ellos los que habitarán un planeta futuro herido por un presente poco responsable. Es aquí donde la apuesta por la educación y, más en concreto la ambiental, cobra mayor un sentido aún más pleno. Solo a través de ella seremos capaces de alumbrar una nueva forma de estar en el mundo que evite el deterioro de la biodiversidad y que la proteja y preserve. Una visión renovada para acompasar un crecimiento urbano que, según todos los informes se prevé cada vez más intenso, con la vuelta a la naturaleza.
Un enfoque verdaderamente humanista de nuestra relación con el entorno natural nos llevará a entender que debemos convivir con todos los seres que nos rodean. Que no es compitiendo, sino colaborando con ellos como podremos superar la actual crisis climática, pues cuanto más debilita la humanidad a su ambiente, más menoscaba su propio futuro.
La opinión pública, y más en concreto la juventud, está reaccionando y empujando cada vez más en el camino de la sostenibilidad. Endesa y la Fundación Endesa quieren apoyar este impulso. Trabajamos por la sociedad y queremos estar donde está la sociedad, apostando por un futuro inclusivo y justo con oportunidades para todos. Lo que cuál pasa, necesariamente, por un presente en el que todos los días sean Día Mundial por la Educación Ambiental.
Javier Blanco, Director General de la Fundación Endesa.