Cualquiera diría que el Chelsea es un equipo suizo después de ver la precisión de los ingleses. Cuatro disparos a puerta y tres goles, y los tres en el mismo minuto, el 46, ya sea de la primera parte o de la segunda. Parecía cosa de brujos… Una potra del carajo… Máximo resultado para el rendimiento ofrecido.
En el partido de ida, en Stamford Bridge, el Chelsea aguantó indemne la primera parte, agazapado, y de repente dio la sorpresa en el tiempo añadido. Perdió el balón Lionel Messi, renqueante porque minutos antes se había caído abierto de piernas al resbalar, Meireles dio un pase largo a Ramires, el brasileño se llevó el balón con el pecho en carrera, entró en el área, centró hacia atrás evitando a Puyol y Mascherano que esperaban el centro más adelante, y Drogba chutó raso para superar a Valdés.
Un disparo, un gol y un resultado para la vuelta magnífico para un Chelsea al que nadie daba opciones en las apuestas sobre la eliminatoria. Y menos cuando el Barcelona se puso en la vuelta, en el Camp Nou, con 2-0 a favor (goles de Sergio Busquets y Andrés iniesta) y con un hombre menos por la expulsión de Jonh Terry, que hizo su última 'jaimitada'. Tdoo eso había pasado en un cuarto de hora de locura.
Sin embargo, el destino iba a jugar con los azulgranas de forma cruel. En el minuto 46 de la primera parte, Ramires, otra vez él, se escapa corriendo con el balón y supera a Valdés con una vaselina perfecta. Un gol que volvía a meter a los londinenses en la final por el valor doble de los goles.
En la segunda parte, el asedio del Barcelona fue todavía mayor ante un Chelsea colgado del larguero, lógico porque lo había hecho con 11 y no iba a cambiar de idea con 10. Messi, gafado ante el Chelsea, falló un penalti que envió al larguero, otros muchos disparos se fueron fuera o dieron en las piernas de los innumerables defensores de los 'blues', que en el Camp Nou jugaron de blanco, como todos los equipos que antes habían eliminado al Barcelona de Guardiola en Copa del Rey y Champions. Y cuando apenas quedaba tiempo, Fernando Torres dio la puntilla.
Con todo el Barcelona volcado al ataque, desesperado, el delantero madrileño, que había salido poco antes antes, se escapó solo, una galopada de medio campo rumbo a la gloria más larga que la de la final de la Eurocopa 2008 ante Alemania, regateó a Valdés y marcó a placer. Era el minuto 46 de la segunda parte. Otra vez en el tiempo añadido. El Chelsea es finalista de la Champions gracias al 46.
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