Thiago aprovechó la ocasión que le dio su entrenador para demostrar que sabe desenvolverse en cualquier posición del centro del campo. En esta ocasión ejerció de pivote, de '4', de Busquets, y no desentonó. Como ya hiciera Iniesta de la mano de Rijkaard en sus comienzos, el internacional español asumió las tareas de barrer la medular, ser el jugador encargado de limpiar, de iniciar la presión y también el juego.
De la mano de Thiago, el Barcelona doblegó al Valencia en la batalla del centro del campo. Banega y Albelda pugnaron contra los azulgranas y mantuvieron el tipo, pero cuando combinaron Xavi, el canterano y Cesc, debían correr mucho tras el balón.
Cesc fue el otro protagonista, el gran protagonista. Tras unos partidos con actuaciones grises, el ex capitán del Arsenal volvió a lucir con el tanto que abrió el marcador. Llegando desde atrás, su mejor virtud, hizo aún mejor el pase en profundidad de Messi, supo aguantar la acometida de Miguel, y batió con una vaselina a Diego Alves.
Un gol que encarriló un partido que remató Xavi poco antes del final con un nuevo tanto. Fue la sentencia de un choque que se llevó el Barcelona desde la medular. Ahora tendrán que olvidarse de la Copa hasta el mayo, pero cuando se acerque la final, no deben olvidar que el rival que tendrán enfrente es uno de los que más dificultades les ha provocado en toda la temporada.
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