Diego Costa-Koke, Neymar, Diego López, Paco Jémez y Pedro León

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Madrid, 30 mar.-

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-- DIEGO COSTA-KOKE RESURRECCIÓN.

Cuando los futbolistas comienzan a sentir la presión por ganar partidos, en la hora de la verdad, es cuando aparecen los referentes. Líderes indiscutibles de un equipo. Y el Atlético de Madrid ha tenido dos en su gran temporada por encima del resto. En San Mamés, con presión del Barcelona y ante el gol inicial del Athletic Club, los del 'Cholo' Simeone remontaron con una exhibición de fuerza y gol de Diego Costa y un partido para enmarcar de Koke.

Los 33 goles de la temporada de Diego Costa le convierten en el delantero del momento. No ha tenido altibajos. Su crecimiento es abismal para convertirse en la referencia del Atlético. Estuvo en cada acción ofensiva de su equipo, disfrutando de todas las ocasiones, metido en cada pelea, sin dar un balón por perdido y tirando de su equipo hacia la lucha. Ante el Athletic su mejor socio fue Koke. Recuperó el mejor de sus niveles tras partidos en los pegó un bajón. Fue el cerebro del juego ofensivo que empujó a su equipo a mantener la fe en un partido clave. El éxito ya está conseguido en una gran temporada, para poner el broche deseado el resto deben seguir el camino que marcan dos referentes.

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-- NEYMAR.

Cuando más cuestionado ha estado el futbolista brasileño, en el centro de toda las miradas por el precio de su traspaso y una polémica que le acabó afectando en el terreno de juego, Neymar recibió del 'Tata' Martino la confianza que a él mismo le faltaba en un terreno de juego. Si comenzó su etapa de azulgrana con excesivo respeto a la figura de Lionel Messi, la recta final de su primera temporada llegaba sin confianza en las virtudes que provocaron que los mejores clubes del mundo se lanzasen por su fichaje. Se vio en el Bernabéu, donde la jugada final cuando iba a ser cambiado se convirtió en un punto de inflexión. Un buen desmarque a la espalda de Marcelo y velocidad en la carrera para provocar el penalti de Sergio Ramos. Una acción clave para la Liga que volteó el clásico.

Una semana después Neymar marcó un doblete entre semana que aumentó su confianza y en Cornellá-El Prat volvió a ser decisivo. Y eso que falló el gol que todos los futbolistas temen, a puerta vacía, acelerado de su carrera. Pero suya fue la jugada que desequilibró un derbi catalán destinado al empate sin goles. Se ayudó de la mano para controlar el balón, con la picardía suficiente para taparse y que el árbitro no lo viese. Provocó la mano de su defensor y el penalti que acabó con el primer gol de Messi en la nueva casa del Espanyol. El Barcelona pasó de sufrir la crítica más dura a ver que conquistar el título depende de sí mismo. Para ello tendrá que mejorar su fútbol pero tiene el calendario más favorable de los tres aspirantes.

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-- DIEGO LÓPEZ.

Hay debates que traspasan la barrera de lo ético y acaban convirtiéndose en dañinos para un equipo. El de Iker Casillas o Diego López es un claro ejemplo. Dos posiciones tan enfrentadas de sus defensores que terminan perjudicando a los protagonistas y llega un día en el que tu propio aficionado acude al estadio a silbarte antes de toques un balón. Le ocurrió a Diego frente al Rayo Vallecano, cuando su nombre sonó por megafonía entre los titulares de Carlo Ancelotti.

El técnico italiano ha sido el mayor apoyo de un guardameta expuesto a una presión psicológica tremenda. Su crecimiento como profesional llega en la respuesta a unos meses en los que ha sido examinado en cada partido. Cuando las derrotas llegaron estaba claro quien iba a ser el señalado, como si en Sevilla Diego López hubiese sido el peor de los jugadores de campo. Si Iker hubiese parado determinados goles (el del Vicente Calderón o el segundo del Sevilla), es algo indemostrable que daña aún más al portero elegido para jugar la Liga. Ancelotti no saldrá de su idea y la afición madridista debe darse cuenta que silbando a uno de sus jugadores le hará perder confianza en un momento donde es necesario el apoyo.

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-- PACO JÉMEZ.

No fue buena la jornada para el Rayo Vallecano, que tras su resurrección ve como el colchón de puntos respecto al descenso empequeñece por los triunfos de Valladolid o Getafe. Tampoco era el Santiago Bernabéu el mejor escenario como para sacar puntos ante un Real Madrid herido. Pero nada frenó a Paco Jémez para apostar por un estilo de juego que hace grande a un equipo pequeño.

Parece que Paco lo lleva al extremo aún más ante los rivales más grandes de la competición. Le da igual recibir a cambio goleadas en el Bernabéu, Vicente Calderón o Camp Nou. Son partidos que da por perdidos y que prefiere arriesgar con su planteamiento antes que acabar perdiendo encerrado en su terreno. Ante el Real Madrid llegó a poner la línea defensiva rozando el centro del campo. Un suicidio ante jugadores tan rápidos al contragolpe como Di María, Bale o Cristiano. Paco superó el peor momento en su etapa en el Rayo hace unos meses. La directiva le mantuvo, más por la falta de dinero para el finiquito que por fe, pero el tiempo acaba dando la razón a un técnico que ha demostrado que un equipo modesto puede jugar bien al fútbol.

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-- PEDRO LEÓN

Por fin se dejó la piel sobre el campo. Después de tres meses desaparecido, envuelto en una dinámica de aparente apatía, despertó para marcar un gol que simbolizó la alegría de un equipo que parecía muerto. Su decadencia coincidió con la del Getafe, que sumaba quince partidos sin ganar y estaba al borde de la hecatombe. Sin embargo, en un estadio imposible, donde nunca había ganado en diez temporadas, el conjunto madrileño asaltó Mestalla para vencer 1-3 al Valencia y salir de los puestos de descenso.

El toque preciso de Pedro León, al final del partido para sentenciarlo, mostró toda la calidad de un jugador intermitente. Esa fue una de las razones por las que José Mourinho decidió no contar con él cuando estuvo en el Real Madrid. Sin embargo, Cosmin Contra, que la jornada pasada le sentó en el banquillo, ha conseguido estimular al mejor jugador del Getafe. "Quien no sangre por la nariz corriendo no jugará en Mestalla", dijo el rumano. Pedro León cumplió. No sangró, pero casi por culpa de Mathieu que acabó perdiendo los nervios. Corrió como nunca y marcó como antes.

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