La kriptonita es para Supermán lo mismo que la ciudad de Sevilla para el Barcelona esta temporada: un problema muy gordo. El temible equipo de Guardiola ya debe estar dando gracias porque no va a jugar más partidos en la ciudad bañada por el Guadalquivir. Su última visita le ha costado dos puntos que calientan la Liga porque el Real Madrid está ahora a cinco del líder.
En la pretemporada, el Sevilla derrotó a los azulgranas por un contundente 3-1 en el partido de ida de la Supercopa de España, que luego el conjunto culé dejó en nada al meterle cuatro a su rival en el Camp Nou. Con la temporada ya empezada, el líder de Primera cayó en el campo del vecino, el Betis, de Sgunda división, de nuevo por 3-1, aunque la clasificación para la siguiente ronda de la Copa del Rey ya la había conseguido con otra goleada en la ida.
La última visita fue lo más parecido a una batalla campal, aderezada por un cúmulo de desgracias y despropósitos. Por fortuna para los de Guardiola, al menos sacaron un empate (1-1), ya que durante gran parte de la segunda mitad estuvo más cerca el segundo gol sevillista que el barcelonista. Un giro de guión notable y sorprendente después de la gran primera parte de los visitantes. Mucho tuvo que ver la salida del sevillista Kanouté.
Batalla campal lo fue porque abundó el juego subterráneo. Los hombres de Gregorio Manzano alternaron momentos blandengues en defensa dejando sueltos a Xavi e Iniesta, que con sus pases hacían trizas a la línea defensiva local, con entradas bastante feas. Los azulgranas pegaron mucho menos, pero también dejaron alguna falta fuera de tono. Cinco jugadores sevillistas (Cáceres, Medel, Navarro, Zokora y Diego Capel) fueron amonestados, por dos del Barcelona (Xavi y Adriano). Algunos más merecieron una tarjeta amarilla.
Desgracias y errores arbitrales
Cúmulo de desgracias también hubo, aunque, casualidades de la vida, no por el abundante juego duro. Pedro dejó el campo, pero no por una falta sino por problemas físicos anteriores, y los gestos de dolor de Messi que provocaron el pánico en las filas azulgranas al final del primer tiempo fueron fruto de un golpe fortuito con el portero Javi Varas. Alves sí se cojeó tras recibir una entrada, pero pudo seguir igual que el argentino.
Los despropósitos llegaron casi todos de la mano, o el silbato, de Pérez Lasa, que inició su 'recital' pitando una mano involuntaria a Fazio y luego anuló el gol de falta de Messi por una supuesta falta de Busquets. Luego se comería penaltis en las dos áreas, dejaría sin sancionar faltas clamorosas… Un desastre que confirma que es uno de los peores árbitro de Primera.
Al final, el Barcelona, que en la primera mitad había controlado el choque con un fútbol bastante bueno y marcado por medio de Bojan, jugó a la ruleta rusa tras el gol de Jesús Navas, en un encuentro de ida y vuelta bellísimo y vertiginoso que casi le cuesta más caro, aunque también pudo ganarlo. Su ventaja se ha reducido a cinco puntos, pero siguen siendo bastantes, sobre todo porque el Real Madrid tiene que jugar en los campos de pedigrí por los que ahora están pasando los de Guardiola.
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