'El Bigotes', un maestro del boxeo que ha sacado de la droga a 500 jóvenes

    • Antonio Fernández 'El Bigotes' lleva 25 años enseñando boxeo a gente sin recursos en Sevilla. "Gracias al boxeo he podido sacar a más de 500 personas de la droga", afirma a lainformacion.
    • En el gimnasio de Antonio, "el que no puede no paga". Mujeres acomplejadas, sordociegos e incluso empresarios también han probado su método que llama la atención de expertos en psicología.
'El Bigotes', un maestro que pelea por la vida de los jóvenes con problemas / La Información.
'El Bigotes', un maestro que pelea por la vida de los jóvenes con problemas / La Información.

Si le preguntan por Antonio Fernández 'El Bigotes', probablemente no sepa quién es. Sin embargo, en Sevilla no hay nadie que no conozca su historia y contribución al mundo del deporte. Exboxeador amateur y fundidor de profesión, Antonio abrió una sala de entrenamiento hace 25 años y allí recibe diariamente a jóvenes con problemas, mujeres acomplejadas, sordociegos y también a abogados y empresarios. Todo el mundo tiene cabida en el corazón de 'El Bigotes', quien a través del boxeo ha sacado a "más de 500 chicos de la droga" y revitalizado a otra mucha gente. "Que tengan ganas de vivir no se paga con nada", afirma Antonio a lainformacion.com.

Sus primeros pasos en el boxeo los dio de joven, en un club contradictorio con sus ideales. "Empecé en el gimnasio del Real Betis Balompié, aunque yo sea sevillista (risas). Siempre podré decir que he sudado la camiseta del Betis. Después me fui al servicio militar y dejé el boxeo", explica Antonio, que ahora tiene 66 años.

Su origen es humilde. El de un trabajador de una fundición familiar al que la vida no le ha regalado nada, de hecho, estuvo a punto de quitárselo todo. La fecha clave, la Expo 92 de Sevilla. "Me pegaron un palo que todavía me estoy tambaleando. Teníamos mucho trabajo y muchos impagos, y cuando me di cuenta me vi embargado", señala.

Solo un abogado de oficio que colaboró con Antonio y su familia desinteresadamente pudo revertir la situación. A menos de una semana de la subasta de su casa, el banco le dio un préstamo. La deuda ascendía a 600.000 pesetas, que después aumentó hasta "los dos millones". El bendito préstamo fue completamente subsanado hace tan solo dos años.

En aquellos momentos de desesperación, una luz se encendió en el camino de Antonio. Domingo, su hijo, empezaba en el boxeo. "Un día mi hijo me dice, 'papá que me voy a los campeonatos de España', y le digo, '¿de qué?'. 'De boxeo'", le respondió su hijo.

En los 90, Domingo consiguió una medalla de plata y otra de oro en los campeonatos de España, y él sento las bases para que su padre volviese a interersarse por su deporte predilecto.

El deseo tuvieron una recompensa instantánea. Antonio consiguió una sala en un pabellón polideportivomunicipal de Rochelambert (Sevilla), exponiendo su caso y asegurando que necesitaba ayuda.

"Teníamos un ring de cuerdas y un saquito. Trabajaba todos los días y ahí ya empezaba a venir gente sin recursos. Yo estaba tocado por el asunto del embargo y el préstamo, pero acudía gente a la sala que estaban peor que yo y claro, pues yo te limpio la lágrima a ti y tú a mí", afirma. Y así hasta la actualidad.

"El que está muy necesitado no paga"

Al gimnasio de 'El Bigotes', del que han salido en los últimos siete años campeones de Andalucía y de España, acude gente todas las edades. La mayoría de ellos son gente de la calle o con problemas, que lógicamente no disponen de medios económicos para permitirse entrenar al boxeo, pero esto tampoco es un problema.

"Cuando empezamos en la sala, si se rompía un saco lo pagábamos entre todos. En aquella época, si en los gimnasios se cobraba 3.000 pesetas, yo cobraba 900", explica. La idea era y es ayudar a los chavales no pudientes. "Pago un dinero por la misma sala desde hace 25 años, y a los chavales les cobro 20 euros, 15, 10...según lo que puedan pagar. El que está muy necesitado no paga", añade Antonio Fernández.

Un trabajo en muchos casos desinteresado, pero impagable para el bueno y carismático de Antonio. "En los 25 años que llevo en esto he sacado a más de 500 tíos de la droga. También he influido en que otros pocos no se quitasen la vida. Esto es un orgullo para mí", asevera el sevillano.

Su método ha incrementado enormemente su popularidad en Sevilla, e incluso los partidos políticos intentaron reclutarle para las elecciones, sin éxito. Antonio se debe a los necesitados, a muchos de los habitantes de las 3.000 viviendas, y estas son las claves de su éxito.La motivación y la confianza, fundamentales

"A la gente hay que regalarle el oído, a la gente hay que motivarla. Saber decirle lo que quieren oír. Así,cuando tienen un problema, a la mínima te lo cuentan.Este es mi mundo, mi vida, aunque algunos me llamen 'tonto', pero yo estoy contento y lo hago desinteresadamente", cuenta Antonio.

Un día se dio cuenta de que había un hombre de 50 años que después de entrenar se quedaba a ver a los jóvenes. Extrañado, le preguntó por qué lo hacía.

"Te miro a ti. Estoy observando con qué psicología tratas a esta gente tan peligrosa", comentó el hombre. Sorprendio por la situación, Antonio le preguntó quién era él para decirle eso y esta fue la respuesta del individuo:"Soy el psicólogo de la Universidad de Sevilla".

Antonio se pone tanto a la altura de un niño como a la de un político. Trata con gente peligrosa, los lleva a su terreno y después es el que se lleva las alegrías pero también las decepciones.

Suestilo próximo y conciliador le ha valido para llegar al corazón de jóvenes sumidos en el mundo de la droga, pero también a mujeres acomplejadas e incluso a sordociegos. Muchas de las mujeres que acuden a Antonio no están a gusto con su peso, tanto que alguna quiso quitarse la vida.

"Tengo un amigo que trabaja en Cáritas y me dijo, 'mira Bigotes voy a mandarte a una tía para allá. Tiene 30 años y ha intentado sucidarse dos veces en el comedor social. Está gorda y es solitaria'. Nueve meses después esta mujer vive una nueva vida.

"¡Joder, cómo está! De tres barrigas que tenía ahora tiene una y ya cortita. Entonces, yo le regalo el oído: 'Cristina, que esos dos no te quitan el los ojos de encima', y le da un subidón", cuenta. De intentar irse de este mundo al "quiero vivir, quiero vivir", que ahora expresa la alumna de Antonio.

Otros habituales en el gimnasio son los sordociegos que le pegan al saco "como pueden", pero le pegan. "Hay que tener cuidado al subirse al ring con ellos, porque como no ven, te pueden noquear por sorpresa", asegura 'El Bigotes' para quien no existen diferencias entre la gente.

"Aquí todos somos iguales. No tengo ninguna subvención, pero aquí vienen a entrenar también abogados, empresarios, arquitectos, procuradores...tan solo porque les gusta lo que hay", concluye.

La anécdota del club de alterne

Siendo el mentor de tanta gente, Antonio ha vivido anécdotas para hecer dos o tres películas (ya se ha estrenado una película sobre su vida), pero hay algunas casi surrealistas.

Un hombre de 30 años de pocos recursos acudió al gimnasio de Antonio. Al cabo de cuatro meses bajo su 'tutela' le comentó lo siguiente: "Me cago en la leche 'Bigotes'. Cómo están las cosas. No tengo ni para comer".

Bromista empedernido, Antonio le contestó. "Eso se soluciona fácil. Te vas a un club de alterne y eliges a la mejor chica. Te enteras de quién es el jefe, te presentas, le das la mano, se la partes y le das una paliza", pero obviamente, todo explicado como una broma.

Esa persona dejó de ir a la sala durante un año, pero tenía una sorpresa para Antonio. Saliendo del trabajo 12 meses más tarde, un BMW le impedía salir con su coche y entonces se bajó la ventanilla. "'Bigotes', que hasta que no me des un abrazo no quito el coche", afirmó el mismo hombre al que Antonio había dado aquel irrisorio consejo.

Con barbas, trajeado y en un BMW, el antiguo alumno le contó al maestro que efectviamente, se fue a un club de alterne y le dio una paliza al jefe, y que por su demostración de fuerza, el propietario del club le había ofrecido participar en el negocio. "Allí cobró todo el mundo. El dueño me dijo que podíamos llevar el negocio a medias y ahora la chica brasileña es mi mujer", relató.

Anonadado, el 'Bigotes' se resigna y dice entre risas que "no va a dar más consejos" porque se los creen. Y así, muchas historias más.

Un trabajo recompensado, a buenas horas

'A buenas horas mangas verdes', que dice el refrán. Lo mismo pensó el 'Bigotes' cuando el año pasado le galardonaron con el premio Plaza de España. No quiso recibirlo en un principio, ya que en "25 años" ni siquiera la delegada de deportes se dignó a llamarle ni una vez, y ahora que su nombre es conocido en la ciudad, sí que es importante.

A regañadientes lo aceptó un Antonio que ya ha abierto otra sala de entrenamientos. Mantiene la municipal, pero tiene una privada porque "también tiene que comer". Con las dos instalaciones que dirige junto a su mujer (secretaría), su número de alumnos se ha multiplicado todavía más.

Su espíritu de solidaridad le viene de familia. Su padre trabajó en la Cruz Roja durante más de 40 años, y él hizo lo propio de joven. En su casa no es tan alegre, pero en el gimnasio sí. Esta es su vida y así "seguirá siendo siempre", ya que al fin y al cabo su orgullo es que digan que "allí donde va 'El Bigotes', la gente le quiere".

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