El Ciudad Real acompañará al Barcelona en la fase final de Colonia

  • Madrid.- El Ciudad Real acompañará al Barcelona-Borges en la fase final de la Liga de Campeones de balonmano, tras remontar en el Quijote Arena los cuatro goles de desventaja con los que partía ante el Hamburgo alemán, al imponerse al todopoderoso líder de la Bundesliga por un incontestable 35-27.

El Ciudad Real acompañará al Barcelona en la fase final de Colonia
El Ciudad Real acompañará al Barcelona en la fase final de Colonia

Madrid.- El Ciudad Real acompañará al Barcelona-Borges en la fase final de la Liga de Campeones de balonmano, tras remontar en el Quijote Arena los cuatro goles de desventaja con los que partía ante el Hamburgo alemán, al imponerse al todopoderoso líder de la Bundesliga por un incontestable 35-27.

Una remontada que reflejó a la perfección las virtudes del conjunto manchego, una defensa infranqueable, máximo cuando como hoy el portero hispano-serbio Arpad Sterbik, tiene su día, y, sobre todo, una plantilla compensada sin apenas fisuras.

Circunstancia de la que ya advirtió entes del inicio de la eliminatoria el entrenador del Hamburgo, Martin Schwalb, quien destacó que si bien los de Talant Dujshebaev no disponían de ningún cañonero "excepcional", cada uno de los jugadores manchegos era capaz de marcar en cada partido.

Pronóstico que hoy padeció el técnico germano, ya que tan sólo el argentino Eric Gull y el francés Didiert Dinart, que actuó sólo en defensa, se quedaron sin marcar ante el Hamburgo, que por tercera vez consecutiva ha encontrado en el Ciudad Real a su verdugo en la máxima competición continental.

Un verdugo que durante muchos minutos jugó con el todopoderoso cuadro teutón, al que de nada le sirvieron los millones de euros invertidos este verano, como demuestran los hasta once goles de ventaja (27-16) de los que llegó a gozar el Ciudad Real.

Resultado que ni tan siquiera logró trastocar la expulsión con tarjeta roja directa del pivote Julen Aguinagalde, el único punto negativo del duelo para el Ciudad Real, que podría perder al irundarra para la fase final que se disputará los días 29 y 30 e mayo en el Lanxess Arena de Colonia.

Una cita en la que el conjunto manchego podría encontrarse, sí así lo depara el sorteo que se celebrará el próximo martes en Colonia, con un viejo conocido, el Kiel alemán, rival del Ciudad Real en las dos últimas ediciones de la final de la Liga de Campeones.

El equipo del islandés Alfred Gislason salió victorioso del duelo fratricida que ha protagonizado con el tercero de los conjuntos alemanes en los cuartos de final, el Rhein-Neckar Lowen, que hoy se encontró con un muro infranqueable, el portero francés Thierry Omeyer.

El cancerbero galo, elegido mejor jugador del Mundo en 2008, hizo valer su título con una espectacular actuación, en la que más allá de los números -Omeyer acabó el duelo con diecinueve paradas-, destacó la sensación de imbatibilidad que por momentos destiló el portero.

Seguridad que dio alas al resto de conjunto alemán, que de la mano de un inspirado Filip Jicha, que firmó nueve de los goles de las "cebras", doblegó por segunda vez en siete días (31-30) al Rhein-Neckar Lowen, que ya cayó el pasado domingo por la mínima (28-29) en el encuentro disputado en Mannheim.

Junto con Ciudad Real y Kiel, los dos grandes dominadores del balonmano continental en los últimos años, completarán el cartel de el Chekhovskie ruso y el Barcelona-Borges, que volverá a pelear, cinco años después de su última final continental, por el título de campeón de Europa.

Una final en la que el conjunto de Xavi Pascual entra por la puerta grande, pues pese a los seis goles de ventaja con los que afrontaban el partido de vuelta, los azulgrana no se limitaron a conservar su renta y se impusieron el sábado por 33-34 al Veszprem húngaro.

En el triunfo tuvieron un papel decisivo los extremos Víctor Tomás, autor de once goles, y Juanín García, que sumó ocho nuevos tantos a los trece que ya endosó la semana pasada al campeón magiar en el Palau.

Aunque para héroes, el portero del Chekhovskie Medvedi ruso, Oleg Grams, que volvió a situar al balonmano ruso, tras muchos años ausente, en una final de la Liga de Campeones tras detener al checo David Juricek el último lanzamiento de la tanda de penaltis con la que se resolvió la eliminatoria entre el cuadro eslavo y el Montpellier francés.

Este pagó excesivamente cara la ausencia en el peor momento de la temporada de sus dos grandes estrellas, el central francés Nikola Karabatic y el extremo esloveno Vid Kavticnik, que debieron contentarse, a causa de sus respectivas lesiones, con ver el partido de vuelta desde la grada.

El conjunto de Patrice Canayer forzó la lotería de los siete metros con un gol en el último segundo del extremo checo Jan Sobol, que firmó el 32-27 con el que finalizó el tiempo reglamentario, el mismo resultado por el que cayeron los franceses en la ida en el Olimpiyskiy de Chekhov.

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