El salto de vallas de Brasil hacia el podio olímpico

  • Los atletas brasileños se llevaron de Londres la bandera olímpica, 17 medallas y el sueño de hacer historia en casa, pero a 180 días de sus Juegos los podios se ven cada vez más altos en este país acostumbrado a sentir el deporte desde la cancha de fútbol.

Al calor de aquella tarde triunfal de hace siete años en Copenhague, cuando Rio de Janeiro se llevó los Juegos-2016 al país que conquistaba al mundo con su despegue, el Comité Olímpico Brasileño (COB) apostó fuerte: la meta de los anfitriones sería duplicar las 15 medallas traídas de Pekín-2008.

Con 30 podios, Brasil debería acabar sus Juegos por primera vez entre los diez mejores de la clasificación general de medallas -no en el ranking de oros- y firmaría en casa la actuación más destacada de su historia, recompensa que suele venir con las llaves olímpicas.

Ahora, sin embargo, las cuentas ya no le cuadran al COB.

"Estamos dando el mejor cuatrienio de preparación olímpica de Brasil para que todos nuestros atletas logren en casa el mayor resultado de sus vidas. Calculamos que para estar en el top 10, que es nuestro objetivo, debemos lograr entre 23 y 28 medallas. Si lo conseguimos con menos, no hay ningún problema", explicó a la AFP Marcus Vinicius Freire, director ejecutivo de Deportes del comité brasileño.

Pese a que en el COB dicen no haber rebajado sus ambiciones, al gigante sudamericano le han fallado las piernas en sus últimas zancadas hacia su prometido salto olímpico.

Tras realizar la mayor inversión polideportiva de su historia -unos 1.100 millones de dólares (4.700 millones de reales) si se suma el gasto del gobierno en instalaciones y atletas a las del propio Comité- Brasil cerró el año previo a los Juegos con 16 medallas en mundiales, las mismas que conquistó en el último tramo de su camino hacia Londres.

Fallaron, además, el voleibol y el judo, las dos disciplinas sobre las que Brasil construyó su proyecto olímpico y las que más podios olímpicos le han dado.

"Fue un año de algunas estrategias diferentes, de muchas lesiones y encendimos la señal de alarma. Aunque esto puede ayudarnos para estar más atentos en la preparación de estos últimos 180 días", valoró Freire, cuyo mayor temor para estos seis meses es que los atletas se lastimen.

Si en alguien estaban cifradas las esperanzas era en Cesar Cielo, el primer oro de la historia de la natación brasileña en Pekin-2008 y tricampeón mundial de los 50m libres. Pero los problemas físicos y un año para olvidar han hecho que a seis meses de los Juegos esta bandera del Brasil olímpico tenga su plaza para Rio aún en el aire.

Mientras los medios se llenan de épicos comerciales para los Juegos, hay quien ve en el discurso del COB una fábula irreal que busca embaucar a un Brasil ahogado por sus profundos problemas políticos y económicos.

"Es preciso contener ese discurso inflamado de que el atleta brasileño será el gran héroe de los Juegos Olímpicos de Rio porque no lo será", aseguró a la AFP Katia Rubio, profesora de la Escuela de Educación Física de la Universidad de Sao Paulo.

"Si los deportistas se embarcan en esa falsa realidad, quienes acabarán pagando el precio serán ellos, porque cuando los resultados no lleguen, no saldrá nadie a asumir responsabilidades", advirtió.

Difuminadas bajo la ilusión olímpica, las denuncias de irregularidades en federaciones como la de voleibol, baloncesto o tenis se escurren de la opinión pública, estimó Rubio.

Pese a todo, Brasil encenderá el primer pebetero de Sudamérica el 5 de agosto con mucho que ganar.

Tras volver de Londres con más medallas que nunca, el gigante sudamericano siguió abriendo caminos y logró oros inéditos en gimnasia o piragüismo, que se suman a viejos viveros de metales brasileños como el voley playa o la vela.

En 2014, además, la natación se hizo mayor en el Mundial de piscina corta de Doha y salió del agua como la mejor del medallero.

Los Juegos serán también una ocasión histórica para que Brasil salde sus grandes deudas con el deporte que respira y logre, con Neymar al mando, su primer oro olímpico en fútbol. En una eventual final le aguarda el mismo Maracaná al que la 'canarinha' ya le falló dos veces.

Un oro con sabor a venganza que, sin embargo, no bastaría para saciar a un Brasil que quiere brillar en su fiesta.

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