Froome, el del SuperSky

  • El británico sentencia el Tour casi sin sufrir, a la estela de unos sublimes Walter Poels y Mikel Nieve.

    Queda lucha por los cajones del podio, con Yates y Porte en estado de gracia y Mollema y Quintana perdiendo fuelle.

Froome, el del SuperSky
Froome, el del SuperSky
AFP.
Gonzalo Díaz y Óscar Sáez

Chris Froome ha sentenciado el Tour. Salvo catástrofe, sumará su tercer entorchado en los Campos Elíseos el próximo domingo. Pero a pesar de la aerodinámica victoria que consiguió en Peyresourde, no le hemos visto brillar demasiado. Ni sudar, ni sufrir, ni desgastarse. No hemos visto a SuperFroome. 

Al que hemos visto es a Froome, el del SuperSky. Hoy poco más y Walter Poels le lleva en volandas hasta meta, cuando no escoltado por el también brillante Mikel Nieve,que viene del Giro y sin embargo no estará en los JJ.OO. de Río.

Pero es ley de vida, Froome tiene su Poels como Wiggins tuvo su Froome. El ciclismo es un deporte de equipo y, por si alguien lo dudaba, este Tour ha vuelto a constatarlo. En carreras de un día se puede correr por libre, pero en rondas de tres semanas -y si no que se lo pregunten a Dumoulin en la Vuelta- el equipo es fundamental.

Queda emoción en el Tour, pero solo por los cajones del podio. Hay estrellas que se apagan y estrellas que se encienden. Se diluye Quintana y su sueño amarillo, sufre Mollema y se estrella Van Garderen. Fabio Aru, valiente como pocos, corre como el Alcoyano, henchido de moral pero falto de fuerzas.

Y se confirma la gran revelación, el mágico Adam Yates, de solo 23 años, a la vez que gana enteros el Poels de 2015, el australiano que empezó mal pero ya sueña con el podio, el más fuerte hoy en Finhaut. El podio está al alcance de Richie Porte. Esa es, decididos los maillots de la regularidad y la montaña, la lucha que nos queda para estos días. Lo que nos han dejado los chicos del SuperSky.

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