Por qué el fútbol argentino ha tocado fondo, devastado por la corrupción

  • Dirigentes que hablan con los máximos responsables de su Federación para "pedir" favores, el campeonato de primera y segunda división paralizados, una Selección albiceleste que ni está clasificada para el mundial y una juvenil contra las cuerdas...

    A pesar de tener una cantera inagotable de cracks, de contar con el mejor jugador del mundo y de su pasión popular, el deporte de ese país atraviesa sus peores horas. 

El fútbol argentino atraviesa sus peores horas.
El fútbol argentino atraviesa sus peores horas.
Diego Caldentey

Un enorme escudo de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) luce presumido a la entrada del terreno de Ezeiza, a las afueras de Buenos Aires, donde jugadores como Messi, Aguero, Higuaín y tantas otras estrellas entrenan cuando preparan partidos por eliminatorias sudamericanas. En el emblema resaltan sus laureles y las dos estrellas que la Selección mayor de ese país obtuvo al coronarse como campeona del mundo en 1978 y 1986. Esta imagen, sin embargo, nada tiene que ver con el paupérrimo presente de la entidad rectora que administra los destinos de una de las históricas potencias mundiales del fútbol.

Te puede interesar: Justicia de EEUU investiga en Asociación del Fútbol Argentino por corrupción en FIFA

Para buscar imágenes que resuman su realidad actual, mejor habría que mostrar los estadios de fútbol desiertos y cerrados desde hace dos meses, o las puertas de la sede administrativa de la AFA, situada en el centro de Buenos Aires, donde todos los días decenas de periodistas se apiñan para intentar obtener respuestas al enorme desatino que impera en la actualidad.

Te puede interesar: Leoz, Grondona y Teixeira, los 'dueños' de la corrupción en el fútbol sudamericano

Hace escasos días, un par de audios que se filtraron a la prensa han recorrido el mundo. En las cintas se escuchan sendas conversaciones telefónicas entre el presidente del Boca Juniors, Daniel Angelici, y quien era hasta hace poco el presidente de la AFA, Luis Segura, y también con el actual titular del Tribunal de Disciplina (el órgano que fiscaliza las sanciones de jugadores), Fernando Mitjans.

En las dos comunicaciones Angelici pide  -en tono bajo, pero apelando a frases cortas y secas, al mejor estilo Marlon Brando en El Padrino-, "que los árbitros se porten bien" con su equipo. También que no le den más de tres fechas de suspensión a dos jugadores de su club, Cristian Erbes y Leandro Marín, para que pudiesen jugar contra el Vélez Sarfield un partido trascendente en 2015, que otorgaba una plaza a la Copa Libertadores de América."Quédate tranquilo, soy el aficionado número 1"

Las respuestas de los dirigentes de la AFA son lamentables: "Quédate tranquilo, soy el aficionado número 1 del Boca", le responde uno. "El fallo (la sanción) te la saco el jueves a la noche cuando esto se diluya. Tú me entiendes", le dice el otro, sin temblarle la voz.

Éste, en realidad, ha sido por ahora el último capítulo de una opereta de decadencia o, mejor dicho, de una película de terror que aniquila al fútbol argentino desde hace muchísimo tiempo. Peor aún, nada de ficción tiene, porque lo que ocurre allí es bien real, aunque suene inverosímil. Se ha llegado a una instancia donde el fútbol profesional de Argentina ha tocado fondo. La corrupción, ineficacia y decadencia de sus dirigentes, en complicidad con políticos y barrabravas, lo han dejado a la deriva. Famélico y nauseabundo, cuesta comprender puertas afuera y en el mundo cómo la increíble e inagotable cantera de cracks a nivel planetario ha llegado a esa instancia.

Hoy en Argentina sus campeonatos de primera división y de la Segunda están paralizados. Deberían haber comenzado a principios de este mes, pero no hay fecha concreta de retorno. Hoy la AFA no tiene un timón o mando convencional: lo rige una extraña 'Comisión Regularizadora', una especie de ente externo, porque las peleas intestinas e internas de sus miembros no han permitido definir un líder de una manera transparente y lícita.Dos grupos abiertamente enfrentados

Hoy hay dos grupos de dirigentes que libran una batalla inescrupulosa por el poder. Y en esa guerra no queda al margen ni el presidente de la Nación, Mauricio Macri. Hoy nadie sabe quién tendrá los millonarios derechos de televisión, en una puja tan turbia como obscena, cuando vuelva a rodar el maltrecho balón.

La descomposición organizativa, obviamente, también se ha trasladado al terreno deportivo. La Argentina, aún con el mejor jugador del mundo en sus filas, hoy no está clasificada para el Mundial de Rusia. La selección juvenil (histórico orgullo albiceleste, con cinco títulos mundiales en su inventario) está por quedar eliminada en el torneo sudamericano clasificatorio para la Copa del Mundo Sub-20 del año próximo. ¡Y eso que hay cuatro plazas para seis participantes y hasta la modestísima Venezuela supera a la Argentina en la clasificación!

La Selección Olímpica que fue a Río de Janeiro el pasado año hizo un papel lastimoso y quedó eliminada en el grupo. Julio Olarticoechea, el técnico, fue elegido un par de semanas antes de la manera más improvisada, porque la AFA ni tenía ya personal contratado y de confianza en su estructura.

Para intentar reconstruir toda esta hecatombe, habría que rastrear primero en la figura -y la muerte- de Julio Humberto Grondona, quien controló la AFA como presidente durante casi cuatro décadas. Su sistema de alianzas y complicidades, su lema del 'Todo pasa' grabada literalmente en un anillo que llevaba en uno de sus dedos, sus repartos de dinero arbitrarios y ayudas de todo tipo para contar con el apoyo sumiso de los clubes (permitiendo su endeudamiento hasta el hartazgo) fueron demoliendo todo prestigio.

Grondona falleció en 2014. Cuando se produjo su deceso ya estaba implicado hasta la médula en el denominado 'Fifagate' que destapó la justicia de Estados Unidos. Esta investigación y el bloqueo de las cuentas de la empresa Datisa, vinculada con dirigentes argentinos y propietaria de los derechos televisivos de la Copa América, lo habían puesto contra las cuerdas.Tras Grondona, el vacío de poder

Con su muerte, sin embargo, el vacío de poder generó una situación aún más patética. Le reemplazó en el cargo Luis Segura, un dirigente de segunda línea, incapaz pero leal e inclaudicable a su jefe durante todo su recorrido en vida. Durante sus primeros meses de mandato interino, una línea opositora intentó abrirse paso y presentarse a elecciones. Se autodenominó "generación nueva", porque supuestamente encarnaba a dirigentes jóvenes que querían alejarse del modelo histórico.

Llegó por fin el día de las elecciones y había dos listas: votaron 75 miembros del Consejo Ejecutivo... El número era impar para evitar empate. Pero insólitamente la votación terminó ¡38 a 38! En el recuento de votos, alguien contabilizó "por error" un sufragio por dos. Tras el escándalo y la guerra de acusaciones cruzadas, el ridículo y el bochorno no menguaron. Todo lo contrario.

El fútbol se siguió degradando a diario, sostenido únicamente por la pasión popular de los argentinos. En el medio también surge la connivencia de los violentos ultras barrabravas con los dirigentes y los futbolistas, la polémica administración de los clubes, la intromisión de sectores de poder...

Hoy todo está por hacerse. El fútbol argentino debe refundarse y para ello necesita un cambio radical de su regimen económico, institucional y televisivo. Su empobrecimiento económico y conceptual lo ha llevado a la bancarrota económica y también moral. La etapa formativa y las bases también están devastadas por el exitismo. Quién y cómo podrá comenzar a subsanarse el estado putrefacto del asunto es un misterio que causa escozor y provoca escalofríos.

Mostrar comentarios