En el Calderón tienen ganas de ganar. Necesitan levantar copas ya. Se palpa en el ambiente. Sólo así se explica la ilusión desbordante de los colchoneros en los instantes previos al choque, el lleno hasta la bandera de que presentaba el coliseum de la M-30 y los ánimos constantes de la afición más bulliciosa de España.
Cartel de no hay billetes, decenas de atléticos a la caza de una entrada de última hora y los reventas intentando adelantarse al agosto. Eso, fuera del Calderón. Dentro, gente, mucha gente, todos los que entraban para presenciar el duelo que les iba a llevar hasta la penúltima ronda de la segunda competición europea, todo un éxito tras el fiasco que supuso el paso por la Champions donde no fue capaz de ganar a nadie, ni siquiera a un equipo chipriota.
Pero la afición del Atlético tiene memoria para lo que quiere, y nada aporta el acordarse de los malos momentos vividos a principio de temporada. Quique ha logrado que la afición crea en milagros, y así debe entenderse que los rojiblancos estén luchando por dos títulos a estas alturas de temporada con las horribles vibraciones que transmitían hace meses.
Lo cierto es que el Atlético tiene hambre de títulos: lo tiene su plantilla y lo tiene sobre todo su afición. Así se explica que siga habiendo gente que se haga del Atleti. Son diferentes.
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