Kwiatkowski, el "Tigre" polaco encendió el arcoiris

  • Michal Kwiatkowski hizo honor a su apodo del "Tigre del Báltico" y merced a un certero zarpado que sorprendió a los favoritos se enfundó en Ponferrada, a los 24 años, el maillot arcoiris de campeón mundial.

Carlos de Torres

Ponferrada (León), 28 sep.- Michal Kwiatkowski hizo honor a su apodo del "Tigre del Báltico" y merced a un certero zarpado que sorprendió a los favoritos se enfundó en Ponferrada, a los 24 años, el maillot arcoiris de campeón mundial.

Fuerza, juventud y clase fueron los ingredientes que aplicó Kwiatkowski a una previsible maniobra táctica que tenía en mente cualquier aspirante al titulo.

Todo el mundo sabía que la clave estaba en la subida al Mirador. Pero la ficha ganadora la movió el chaval de Dzialyn, atacando en el último descenso, a 5 kilómetros de meta, donde un puñado de segundo le guiaron al oro, suficientes para batir a los grandes favoritos.

Entre ellos estaban los grandes nombres, el del australiano Simons Gerrans y el del español Alejandro Valverde, dos ilustres veteranos que respondieron tarde a la osadía del campeón, 10 años más joven, 10 veces más descarado.

Plata para el australiano, cuarto bronce para Valverde, que suma junto a dos platas seis medallas en los Mundiales, todo un récord. Esta vez no hubo polémica, si bien el oro se le volvió a resistir al murciano. A la décima participación tampoco hubo manera.

"Tenía una misión y la he conseguido. La medalla está muy bien, me deja un buen sabor de boca porque es algo complicado. Me hubiera gustado el oro, pero con esta ya son seis medallas", se consoló Valverde en la meta de Ponferrada.

Contento Valverde, contento el seleccionador, Javier Mínguez, y conforme "Purito" Rodríguez, hace un año bañado en lágrimas tras perder un oro que llegó a acariciar.

"Creo que como equipo hemos trabajado bien. Ya dijimos que era muy difícil alcanzar medalla en este circuito, pero creo que tenemos que irnos con la sensación de haber podido ganar", dijo el catalán.

Un Mundial, como siempre, de largo aliento, de 254 kilómetros, en un circuito que no era el mejor para el equipo español "por falta de dureza", y previsible porque la batalla por el título tuvo el escenario marcado a fuego por todas selecciones.

No falló la lluvia, presente a las 10 de la mañana en la salida, pero el agua no evitó una escapada inicial con cuatro hombres: Quintero (Colombia), Kvasina (Croacia), Polivoda (Ucrania) y Savickas (Lituania), que animaron la carrera con un adelanto de un cuarto de hora.

Fueron momentos para el cicloturismo en el pelotón, aunque no faltaron los sustos. Una caída afectó al vencedor del Tour de Francia, el italiano Vincenzo Nibali, mientras que el canadiense Christian Meier hubo de retirarse.

Salió un momento el sol y apareció Polonia para mostrar sus intenciones. Los hombres de Kwiatkowski hicieron un enorme trabajo, dejando claro desde lejos que su líder quería optar al oro. Echaron abajo la fuga y dejaron el mando a Italia, para provocar el caos que anunciaba su técnico, Davide Cassani.

Los corredores de la escuadra "azzurra" desplegaron su estrategia a 4 vueltas del final, en pleno ascenso a Confederación. El grupo empezó a romperse hasta quedar al frente 12 hombres, entre ellos Visconti, Caruso, Dani Navarro, Kennaugh y Tony Martin.

El "Tanque" alemán era demasiado peligroso y el pelotón no le permitió que hiciera una galopada de las suyas. Una vez absorbidos se formó el grupo que originó el desenlace final.

De Marchi, Gautier y Andersen abrieron camino antes de iniciar la última vuelta, y luego se unió Kiryienka. Gente dura de roer. El equipo español se movió para neutralizar, pero del grupo principal el único que lo logró fue Kwiatkowski, quien se despidió de todos en la bajada del Mirador, embalado hacia el paraíso.

Maniobra oportuna, valiente y decisiva. "Quien corone con 10 segundos puede llegar", había vaticinado el seleccionador español Javier Mínguez. Así fue. El polaco se jugó el pellejo bajando y apretó en el llano que le condujo a meta.

Reacción tardía de Valverde, Gerrans y compañía. Por delante no había saltado un anónimo, sino una realidad de gran futuro, que milita en el Omega y debutó como profesional en el Caja Rural en 2010. Muchos le conocían de imponerse este año en la Strade Bianche, o de llevar el maillot blanco de mejor joven en el Tour de Francia.

Ahora ya le van a conocer por llevar durante 2015 el maillot arcoiris que distingue al campeón mundial. Un ciclista a tener en cuenta. "No me lo puedo creer", decía el "Tigre" en meta. Tampoco sus rivales.

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