La afición azulgrana desafía el frío en el partido más gélido en el Camp Nou

  • En un Camp Nou con temperaturas bajo cero, en el partido más frío del siglo en can Barça, la afición, que ocupó a mitad de capacidad el estadio azulgrana, buscó calentar los ánimos de la mejor manera posible, aunque al final los ánimos se helaron por la estremecedora lesión de Busquets en la rodilla.

Àlex Cubero

Barcelona, 4 feb.- En un Camp Nou con temperaturas bajo cero, en el partido más frío del siglo en can Barça, la afición, que ocupó a mitad de capacidad el estadio azulgrana, buscó calentar los ánimos de la mejor manera posible, aunque al final los ánimos se helaron por la estremecedora lesión de Busquets en la rodilla.

Ya había avisado en la previa el vicepresidente azulgrana Jordi Cardoner a la afición para que se armara de valor, precaución y abrigo para asistir al encuentro más gélido que se recuerda en el feudo catalán. Tampoco ayudó demasiado la hora a la que se disputó al encuentro, a las diez de la noche.

Aún así, 52.546 valientes hicieron frente al frío siberiano que azota estos días a la ciudad, ataviados con varias capas de ropa, guantes, bufandas, orejeras y mantas. Pero lo que realmente hizo furor fueron los gorros. De lana, capuchas, estilo ruso o improvisados con lo que se tuviera a mano. Poco importaba.

Precisamente, varios de los comerciantes de los puestos de venta de camisetas que rodean el Camp Nou aseguraron a Efe que hoy se había dado un aumento de las ventas de bufandas y, sobre todo, de gorros de lana. Hoy, si cabe, notaron un poco menos la crisis.

Y a falta de goles, la afición barcelonista recurrió a otros factores para animarse. Esta vez no fue en las gambetas de Messi, sino gracias al incombustible Carles Puyol. De nuevo, y no es sorpresa, el capitán desafió a las temperaturas luciendo una osada manga corta. Algún otro jugador le imitaba, aunque con guantes. De La Pobla solo hay uno.

Rápido entró en calor también uno de sus rivales, el delantero Antoine Griezmann. A los veinte minutos ya se deshacía de sus guantes y se los entregaba a su técnico, Philippe Montanier. Y es que perseguir la sombra del balón durante casi toda la primera parte le hizo sudar de lo lindo.

En el palco, mientras tanto, las azafatas repartían una manta a cada directivo e invitado, entre los que se encontraba la reciente Balón de Oro femenino, Homare Sawa. Pudo ver la japonesa uno de los momentos más curiosos del partido, cuando un gato negro saltó al césped y recorrió la línea de cal a toda velocidad.

Menos felino se mostró Messi a lo largo de los noventa minutos, poco acertado en general en la definición de sus jugadas hasta que logró el gol a la media hora del segundo tiempo. El argentino lució esta noche la barba más espesa que se le recuerda.

Quizás fuera para cubrirse mejor del frío. O puede que por superstición, hasta romper la racha de tres partidos seguidos sin marcar que hoy por fin dejó atrás. En todo caso, la afición lo arropó en todo momento, coreando su nombre y aplaudiendo sus jugadas, aunque los guantes restaran sonoridad a las palmadas.

Porque al final, más allá del termómetro, son los goles los que marcan la temperatura de cada partido. Los de Tello y Messi caldearon el ambiente, mientras el visitante Vela se encargaba de refrigerar el éxtasis de un Camp Nou que acabó petrificado cuando Busquets tuvo que retirarse en camilla con una herida abierta en la rodilla. Un nuevo lesionado en una plantilla ya bajo mínimos.

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