Luces y sombras en el primer año de la era Montanier en la Real Sociedad

  • La primera temporada del técnico francés Philippe Montanier en la Real Sociedad ha tenido luces y sombras, con una nota que de todas formas supera ampliamente el aprobado por el logro holgado del objetivo de la permanencia, aunque queda la sensación de que el proyecto podría haber dado más de sí.

Carlos Rodríguez

San Sebastián, 14 may.- La primera temporada del técnico francés Philippe Montanier en la Real Sociedad ha tenido luces y sombras, con una nota que de todas formas supera ampliamente el aprobado por el logro holgado del objetivo de la permanencia, aunque queda la sensación de que el proyecto podría haber dado más de sí.

El hecho de haber logrado la permanencia con casi un mes de antelación figura en el haber del discreto entrenador galo, que tiene Anoeta dividida entre detractores que no le pasan una y seguidores que entienden que lo mejor puede estar por venir en una segunda temporada en la que Montanier empezaría ya con un amplio conocimiento de la Liga española y de la plantilla con la que cuenta.

Los donostiarras han terminado la temporada perdiendo un sólo partido de los ocho últimos y sumando 47 puntos, dos más de los que logró Martín Lasarte el año del retorno tras tres campañas en la Segunda División, una cifra que casi todos los aficionados habrían firmado antes de empezar la presente Liga.

El principal mérito de Montanier sin embargo, no ha sido la propia competición, sino el hecho de haber ascendido al primer equipo a varios jugadores prometedores como Iñigo Martínez, Asier Illarramendi o Rubén Pardo, entre otros. La marcha del capitán Mikel Aranburu no preocupa en el aspecto deportivo por la presencia de abundante talento en su posición.

Éste es el principal capital del club actualmente y el motivo por el que Montanier aspira a comandar la nave blanquiazul la próxima temporada ya que, en una economía de guerra por las obligaciones de la ley concursal, el club no ha tenido que hacer gracias a él grandes inversiones para estar a la altura de la mejor Liga del mundo.

Pero la gestión de Montanier también ha tenido zonas oscuras, aparte las cuestiones técnicas como el movimiento del banquillo en los partidos o los continuos cambios de alineación a lo largo de la temporada, que el técnico defendía con el argumento de adaptar sus recursos a las habilidades de los contrarios.

Las principales críticas que se ha granjeado el preparador realista han venido motivadas por el descomunal fracaso en la Copa del Rey cuando cayó goleado en Mallorca (6-1), en un partido en el que lo tenía todo a su favor para haber progresado en el torneo, maldito de los donostiarras en las dos últimas décadas.

Otro motivo de queja de algún sector de los aficionados, que han hecho además de ello su bandera, ha sido el ostracismo al que se ha visto condenado Joseba Llorente, uno de los jugadores con ficha más alta en el vestuario que ha tenido minutos sueltos en poco más de una decena de partidos.

Lo que podría haber sido una bomba en cualquier otro equipo, en la Real se ha vivido con cierta naturalidad por el propio carácter del jugador y también por la actitud con la que Montanier ha gestionado el problema.

Esta cuestión, de todas formas, no se prolongará en el tiempo porque es inviable que un futbolista de la calidad de Llorente pueda estar otro año más animando a sus compañeros desde el banquillo.

Ahora el club donostiarra deberá de aclarar el futuro de algunos jugadores que, como Llorente, generan dudas en cuanto a su continuidad, como son Vadim Demidov y Diego Ifrán.

En las próximas semanas se deberá confirmar que la presencia del mexicano Carlos Vela es un lujo para la Real, pero también un objeto de deseo de todo el entorno realista por el que merece la pena soñar.

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