Madres atletas, en la élite de la alta competición

Vanessa Veiga es la última de una estirpe de atletas que tras abandonar la competición atlética para convertirse en madres han vuelto victoriosas a las pistas o al asfalto. Hace menos de dos semanas que la gallega se proclamó campeona de España de maratón, consiguiendo además la marca mínima que le permitirá competir el próximo verano en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

La corredora tiene una curiosa historia. Con apenas 24 años decidía colgar las zapatillas para ser madre. No importó que fuese una de las deportistas con más futuro en el atletismo español. Vanessa tuvo tres críos y se dedicó plenamente a la maternidad. Hasta que un día, le entró el gusanillo de volver. Le convenció su marido Julio Rey, también corredor. Y desde 2010 la carretera y las pistas se volvieron a convertir en sus compañeras diarias de fatigas.

Es el último caso pero ni mucho menos el primero. Nuria Fernández subió a lo más alto del podio en los Campeonatos de Europa de Barcelona en los 1.500 metros. Eso fue en 2010. Tres años antes, la corredora madrileña había decidido hacer una pausa en su carrera profesional para convertirse en madre de Candela.

Lo mismo sucedió con Natalia Rodríguez. El año 2007, igual que Nuria, fue el elegido por la catalana para retirarse momentáneamente. La mediofondista dejó el tartán durante una temporada para cuidar de su hija Guadalupe. Su vuelta a la pistas sirvió para aumentar su palmarés de medallas en los 1.500 metros. Platas y bronces y un oro que le quitaron los jueces en el Mundial de Berlín de 2009.

Pero la conciliación entre maternidad y atletismo traspasa fronteras. Una de las principales estrellas mundiales es Paula Radcliffe. La británica siguió entrenando hasta los cinco meses de gestación. Tras dar a luz a su hija volvió a pisar el asfalto. Apenas 10 meses después de tener a Isla, Radcliffe cruzaba la línea de meta del maratón de Nueva York en primera posición. Son una serie de madres deportistas que vuelven a la élite.