Manute Bol, el padrino ausente de Sudán del Sur

  • El jugador de baloncesto más alto de la historia de la NBA (junto con Robert Muresan) apoyó con su imagen y su dinero la causa sursudanesa durante años. Murió apenas unos meses antes de ver cómo su pueblo decidía en referéndum el nacimiento del país más joven del mundo, que se estrenaba en el día de ayer en la Asamblea General de la ONU.
Sudán del Sur declara formalmente su independencia
Sudán del Sur declara formalmente su independencia
José Manuel Rodríguez

El pasado 9 de julio Sudán del Sur proclamó su independencia, después de dos guerras civiles y décadas de tensiones étnicas y territoriales con su vecino del norte. Aquél fue un conflicto poco visible, salvo por la intervención del hijo más popular de la historia de ese país: Manute Bol. El altísimo jugador de baloncesto repartió entre cuatro equipos (Washington Bullets, Filadelfia 76ers, Miami Heat y Golden State Warriors) sus 10 años de carrera en la NBA, y parte de lo que ganó en ella ayudó a financiar la guerrilla independentista.

Gracias a sus 2,32, Bol se convirtió en uno de los mejores taponadores de su época (su promedio fue el mejor de la liga en 1986 y 1989) y su personalidad alegre le granjeó las simpatías del público. Sus años en la NBA coincidieron con la parte más cruenta de la segunda guerra civil que asoló su país, cuyo drama se resume en casi dos millones de civiles sursudaneses fallecidos y alrededor de otros cuatro desplazados de sus hogares, entre 1983 y 2005.

Bol dio visibilidad al conflicto ante los estadounidenses y dedicó una parte importante de sus millonarios ingresos a sostener a la guerrilla que luchaba por la independencia de Sudán del Sur, en la que militaba parte de su propia familia. Arruinado por ello y por su incapacidad para gestionar bien sus finanzas, regresó a su país después de apurar su carrera como jugador de baloncesto en Uganda y Catar. Allí retomó la que hubiera sido su función de no haberse cruzado el baloncesto en su vida, la de jefe de los dinka, la tribu más alta de Sudán.

En 2004 sufrió un grave accidente de tráfico cuyas secuelas le acompañarían el resto de su vida, y en 2010 falleció víctima del síndrome de Stevens-Johnson, un severo y extraño cuadro basado en una grave reacción al tratamiento que estaba recibiendo en su país. Entonces apenas faltaba un año para que se produjera el referéndum pactado en 2005, en el que los sursudaneses podrían decidir sobre su futuro.

Ayer Sudán del Sur estrenó representación ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, con su primer discurso. Lo hizo en calidad del estado número 193 de la cámara, para pedir ayuda internacional para la reconstrucción y tomar postura sobre la petición de admisión de Palestina. Fue un momento histórico para los sursudaneses, muchos de los cuales probablemente recordaron al mejor embajador que tuvo su causa.

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