Mundial 2010. Del Bosque lleva a La Roja a la final fiel a sus ideas

Del Bosque ya es, como mínimo, subcampeón del mundo. Y mucha culpa de ello la tiene él. El seleccionador llegó con una misión más que complicada: hacer olvidar el título de la Eurocopa y levantando el trofeo del campeón del mundo. La tarea era difícil y más cuando el debut en Sudáfrica se saldaba con una derrota ante Suiza.

Comenzaron las críticas. Que sobraba el doble pivote formado por Busquets y Xabi Alonso, que Xavi no jugaba en su sitio, que la selección ya no era la del tiki-taka. Del Bosque aguantó el chaparrón como pudo, pero siguió siendo fiel a sus ideas. Moriría con ellas dijese lo que dijese la prensa. No es de esos entrenadores que se deje influenciar por la prensa.

Vicente seguía a lo suyo, con una hoja de ruta que tenía marcada desde hace meses. Preparando los partidos con su íntimo amigo y ayudante, Toni Grande. Examinando a los siguientes rivales y con su mismo esquema de juego. Con el paso del tiempo se iba viendo ligera mejoría. Contra Portugal y Paraguay, partidos muy serios pero sin encontrar esa chispa que se había visto en la Eurocopa. Pero Del Bosque sabía que tenía que llegar.

A los debates iniciales sobre el sistema de juego se añadía uno más: Fernando Torres. El delantero del Liverpool llegaba falto de partidos y sigue sin encontrar ese puntito necesario para brillar. Pero Vicente siguió confiando en el de Fuenlebrada por mucho que escuchase.

Y para que los que le tildan de inmovilista se quedasen callados, dio la sorpresa en la histórica semifinal ante Alemania. Sentó a Torres, pero porque vio la entrada de Pedrito como un arma ofensiva contra la estructura de Low. Como el propio Del Bosque reconoció, no sólo ganábamos en ataque sino también se evitaba las peligrosas subidas de Lahm. Vicente acertó. Y está a un solo paso de entrar y hacer entrar en la historia a La Roja.