Pocas alegrías y muchas decepciones en una primera vuelta para olvidar

  • Pocas alegrías y muchas decepciones ha ofrecido el Valencia en la primera vuelta de la Liga, iniciada con el objetivo de alcanzar un puesto en la próxima Liga de Campeones, pero de cuyas posiciones está a trece puntos tras diecinueve partidos en los que hubo mucho más para olvidar que para recordar.

Alfonso Gil

Valencia, 12 ene.- Pocas alegrías y muchas decepciones ha ofrecido el Valencia en la primera vuelta de la Liga, iniciada con el objetivo de alcanzar un puesto en la próxima Liga de Campeones, pero de cuyas posiciones está a trece puntos tras diecinueve partidos en los que hubo mucho más para olvidar que para recordar.

El Valencia ha llegado a la mitad del campeonato con veintitrés puntos, su peor registro desde la campaña 1997-1998, primera en la que la Liga se disputó por su actual estructura de veinte equipos y tres puntos por victoria.

Si el Valencia mantiene la línea actual y duplica su puntuación en la segunda mitad del torneo, sumará 46 puntos que históricamente han garantizado la permanencia, pero que nunca han dado para acabar la competición de mitad de la tabla hacia arriba.

El encuentro perdido el sábado en Vigo ante el Celta (2-1) con el que los valencianistas alcanzaron el ecuador del torneo reflejó en noventa minutos la trayectoria del equipo hasta ahora.

En el primer periodo, el Valencia, aunque marcó primero, no fue ni mejor ni peor que su rival, tal y como ha ocurrido en algunos partido, mientras que en el segundo, se vio superado por completo por el equipo gallego, tal y como ha pasado en muchos otros.

Prueba de su falta de consistencia fue un detalle que en cualquier equipo grande sería menor, pero que en el Valencia no lo es. La lesión del central francés Jeremy Mathieu al final del primer tiempo descompuso al equipo, que apenas se dejó ver tras el descanso.

La Liga llega a su ecuador sin que el Valencia haya dado satisfacciones o síntomas de mejoría. En su haber tan sólo tiene una buena clasificación como primero en su grupo de la Liga Europa y un buen partido en Copa del Rey ante el Atlético de Madrid.

Sin embargo, pese a la buena imagen ofrecida el martes en ese torneo ante el equipo madrileño, su actuación solo dio para empatar en casa y en tiempo de prolongación.

Para pasar a cuartos de final debe recurrir a la épica: empatar a dos goles o ganar a domicilio ante un rival que le saca veintisiete puntos en la Liga.

El Valencia ha contado en la primera mitad de la Liga con tres entrenadores. El serbio Miroslav Djukic dirigió al equipo en los primeros dieciséis choques, el técnico del filial, Nico Estévez estuvo en el banquillo en el 2-3 en Mestalla ante el Real Madrid y el argentino Juan Antonio Pizzi lleva dos partidos en el equipo.

Pizzi debutó con un triunfo en casa ante el Levante por 2-0 y a continuación dirigió al equipo en su derrota ante el Celta.

El Valencia no ha sido capaz de ganar ni la tercera parte de los partidos que ha jugado en Liga. Suma seis victorias y ha caído en más de la mitad de sus encuentros, pues lleva diez derrotas.

Además, cuando ganó, apenas convenció. Fue el caso de un triunfo por 1-0 ante el Rayo Vallecano en Mestalla en un buen partido de rival o el del triunfo por 0-1 en el último minuto de un mediocre partido en Granada.

Incluso la goleada por 3-0 ante Osasuna en Mestalla se fraguó ante diez rivales tras la expulsión antes de la media hora de un futbolista del equipo navarro.

Por contra, las derrotas apenas encontraron justificación y casi siempre supusieron un balón de oxígeno para el rival. Equipos como el Betis, Almería o Celta, que llevan menos puntos que el Valencia, consiguieron tres de los que suman ante el equipo valenciano.

Al margen de los resultados están los muchos goles recibidos y la falta de identidad del juego del equipo, algo que entra fundamentalmente en el debe del destituido Djukic.

Sin un patrón claro de juego claro, sin una alineación titular definida y con una plantilla descompensada, el Valencia necesita reinventarse para, cuanto menos, no empeorar su situación y poder empezar a soñar cuando aparezcan algunos síntoma de mejoría.

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