Quintana: "Soñaba con un día así"

  • El colombiano Nairo Quintana fue el más combativo de la primera jornada de alta montaña del Tour de Francia, demostró su clase de escalador y en su primera participación en la ronda gala logró su sueño de ser protagonista.

Luis Miguel Pascual

Ax 3 Domaines (Francia), 6 jul.- El colombiano Nairo Quintana fue el más combativo de la primera jornada de alta montaña del Tour de Francia, demostró su clase de escalador y en su primera participación en la ronda gala logró su sueño de ser protagonista.

"Soñaba con un día así", dijo el ciclista del Movistar, que demarró en el puerto de Pailhères, donde nadie fue capaz de seguir su ritmo, y se mantuvo fugado unos 30 kilómetros en solitario, hasta que sucumbió a la potencia del tren del Sky de Chris Froome.

"Pensaba en la victoria, pero al final se me han terminado las fuerzas y el Sky estaba muy fuerte", afirmó el menudo ciclista de Boyacá, que paseó sus 167 centímetros por los puertos de los Pirineos, como había soñado de niño cuando utilizaba la bicicleta para ir a la escuela.

Quintana ha marcado ya el Tour de Francia. Su ataque obligó al Sky de Froome a ponerse un ritmo fuerte, a desgastarse, pese a que la formación británica parece estar sobrada de fuerzas.

El colombiano asegura que está al servicio del español Alejandro Valverde, jefe de filas del Movistar y tercero de la general, pero advierte de que en los próximos días utilizará su fuerza para romper la carrera.

"Estaremos pensando en una forma de ataque para mañana. Hoy he tratado de romper la carrera, de que llegar poca gente y obligar a trabajar al Sky. Buscaremos otras formas de hacerlo en el futuro", dijo.

Quintana ha demostrado que su estado de forma es excelente, pese a que llegó a la primera cita con la alta montaña tras haber sufrido tres caídas en las tres etapas anteriores.

"Las sensaciones son muy buenas, llegué aquí sin ritmo, pero lo he cogido en las primeras etapas y hoy me he dado cuenta de que estoy bien", dijo el ciclista, que tras la Lieja-Bastoña-Lieja se marchó dos meses a su país para descansar tras una temporada muy cargada.

El colombiano, de 23 años, se vistió con el jersey blanco que destaca al mejor joven del Tour, un maillot que le hace "mucha ilusión" y que tratará de defender hasta París.

Las dedicatorias fueron para su familia, de la que se acuerda a menudo, para su novia, que vive en Colombia y "para todo el país, que (me) ha enviado muchas muestras de apoyo".

También se acordó de su compatriota Mauricio Soler, el último gran escalador colombiano, convaleciente de una dura caída sufrida en la Vuelta a Suiza de 2011.

Quintana no se marca metas en el Tour de Francia y espera que sea la carretera la que lo haga.

De momento aparece como un arma temible en manos del tercero de la general y el colombiano, que ha venido a este Tour a aprender, acepta el papel que le otorgan.

Su vida ha estado jalonada de etapas que ha tenido que superar. Nació con una extraña enfermedad que se mezcla entre la creencia popular y la medicina, el "mal del difunto", que se contrae cuando la madre embarazada entra en contacto con una persona que está a punto de morir.

Acechado por las diarreas, el niño sangraba constantemente por la nariz y por la boca. No le daban ni tres meses de vida y su familia modesta de campesinos, acudió a una curandera para sacarle adelante. Los ungüentos dieron resultado y Quintana salió adelante, pese a su aspecto débil.

Su padre quiso que fuera a la escuela, pero la familia no tenía dinero suficiente para pagar el autobús, por lo que Nairo tenía que tomar cada día la pesada bicicleta familiar y descender hasta el colegio una pendiente del 8 % que, posteriormente, debía subir.

Así se forjó su temperamento escalador y así apareció también su afición por el ciclismo, ya que en las altas montañas de su departamento, a 2.000 metros de altura, se cruzaba con ciclistas que efectuaban entrenamientos en altura.

En una ocasión, un taxi le atropelló y estuvo cinco días en coma. Pero su voluntad de ser ciclista ya no iba a flaquear.

Pasó por diferentes equipos colombianos y en 2010 ganó el Tour del Porvenir por delante de jóvenes europeos que probaron el sabor de sus ataques montañosos.

El Movistar se fijó en él y le instaló en la localidad española de Pamplona, donde vive con su hermano Dayer. Se ha forjado un modesto palmarés, suficientemente amplio para que a sus 23 años sea uno de los ciclistas más prometedores del momento.

La victoria lograda en la etapa reina de la Dauphiné del año pasado, cuando también ganó la Vuelta a Murcia y la Ruta del Sur, o el triunfo en la Vuelta al País Vasco de esta temporada, son sus grandes logros.

Ahora descubre el Tour y a las primeras de cambio, cuando la carretera comienza a empinarse, demuestra que su personalidad y sus cualidades son las de un escalador nato, dispuesto a entroncar con la leyenda de sus compatriotas del pasado.

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