Ricardo Quaresma vuelve a brillar en un Oporto en horas bajas

  • Dos meses le han bastado a Ricardo Quaresma para responder a quienes recibieron con escepticismo su fichaje por el Oporto después de su errante trayectoria, convertido ahora en el jugador más en forma de unos "dragones" en horas bajas.

Óscar Tomasi

Lisboa, 10 mar.- Dos meses le han bastado a Ricardo Quaresma para responder a quienes recibieron con escepticismo su fichaje por el Oporto después de su errante trayectoria, convertido ahora en el jugador más en forma de unos "dragones" en horas bajas.

Genio y figura, Quaresma ha dado pruebas en el terreno de juego de que su calidad sigue intacta, mientras que fuera de él ha vuelto a caer en la polémica, como ya le ocurrió otras veces en el pasado.

Ante los micrófonos y tras la victoria por 4-1 de ayer domingo frente al recién ascendido Arouca, el extremo portugués dejó un "recado" a algunos de sus compañeros de equipo.

Interrogado sobre el cambio de entrenador de la semana pasada -salió Paulo Fonseca y entró de forma interina el técnico del filial, Luís Castro-, Quaresma respondió: "Había futbolistas que podían dar más... Pero en este momento están todos con la cabeza despejada, con voluntad de jugar y ayudar al club".

Más allá de la polémica que ha acompañado buena parte de su carrera, el delantero portugués es una de las pocas buenas noticias de un Oporto que vive momentos difíciles, con una crisis de juego y resultados que lo ha alejado del título de Liga.

A sus treinta años, Quaresma llegó en el mercado de invierno gratis y desde enero ha disputado trece encuentros, los doce últimos como titular indiscutible y en los que ha marcado siete goles, dos de ellos de penalti.

Su talento, velocidad y fuerza le permiten desequilibrar, normalmente escorado en la banda derecha, aunque a menudo liberado de tareas defensivas.

Reflejo de su carácter -en ocasiones difícil de controlar- son las seis amarillas que ya acumula pese a jugar en posiciones avanzadas.

En un equipo donde estrellas del nivel del colombiano Jackson Martínez se han apagado en los últimos encuentros, Quaresma ha vuelto a brillar con el objetivo de seducir a Paulo Bento y hacerse un hueco en la convocatoria de la selección para el Mundial de Brasil.

Una llamada que se antoja improbable después de que el técnico luso le dejara fuera de la lista para el amistoso contra Camerún, encuentro que aprovechó además para hacer pruebas con varias jóvenes promesas.

El extremo luso, que un notorio incidente en un entrenamiento en el Europeo del 2012, parece empeñado en mostrar toda su valía y ayer mismo fue el gran protagonista de la victoria contra el Arouca (4-1) al marcar un doblete y errar un penalti.

El elevado rendimiento del jugador es sorprendente si se tiene en cuenta que antes de regresar al Oporto pasó más de siete meses sin equipo.

Su última aventura transcurrió en los Emiratos Árabes Unidos, donde disputó once partidos al servicio del Al Ahli entre enero y mayo de 2013.

Anteriormente estuvo en el Besiktas turco, equipo que pagó por él siete millones de euros en el que rayó a un buen nivel durante las dos temporadas y media que pasó en el país (2010-2012), aunque acabó saliendo por problemas disciplinarios.

Sus críticas al que era entonces su entrenador, su compatriota Carlos Carvalhal, por sustituirle en el descanso cerraron su periplo por Turquía.

Anteriormente Quaresma jugó en el Calcio en las filas del Inter de Milán -previo pago al Oporto de 18 millones de euros- y en el Chelsea de Mourinho, aunque no llegó a cuajar en ninguno de los dos.

De hecho, sus actuaciones más destacadas se remontan a su período en los "dragones", donde jugó entre 2004 y 2008 después de un decepcionante paso por España, en las filas del Barcelona.

Surgido de la prolífica cantera del Sporting de Lisboa, los culés lo ficharon con apenas 19 años por seis millones de euros como heredero natural de Luís Figo.

La figura de Quaresma provoca por igual odios y amores entre los aficionados lusos, incluso los de su propio equipo, que el domingo no dudaron en pitarle cuando lanzó un penalti a las nubes o cuando pecó de individualismo para pocos minutos más tarde rendirse a su calidad tras enganchar de volea un balón en el área y hacer el segundo de su cuenta particular.

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