Simeone, un "cazador" en el banquillo del Atlético de Madrid

El cuerpo en completa tensión, los puños cerrados y la euforia inmediata al triunfo tras cabecear a la red el primer gol de una tarde histórica ante el Albacete. Si Pantic ponía precisión y Kiko hacía los goles, Simeone era la testosterona de aquel Atlético ganador del 'doblete', a veces desmedida como en el tristemente famoso pisotón a Julen Guerrero en San Mamés. Se empapó de la esencia rojiblanca y, con la pasión que caracteriza al futbolista argentino, solo quedaba confirmar la fecha de su regreso.

El vuelo transoceánico con el que cruzó el Atlántico ha unido la pasión adulta con el amor infantil. Su padre, Carlos, reconoce en Diego la misma determinación que de joven profesaba por la pelota, aunque ahora priman sus tres hijos. Giovanni, el mayor, golea a sus 16 años con River Plate y ha sonado para el Atlético. El fútbol llenaba los primeros años del joven hincha de Rácing de Avellaneda, pero el socio 77.505 de 'La Academia' debutó con Vélez Sárfield a los 17 años. En su carrera visitó Pisa, Sevilla, Madrid, Milán y Roma antes de cumplir su sueño de joven a los 35 años. Se retiró en Rácing e inmediatamente comenzó su carrera de entrenador.

Desde que en 2005 dio el salto a los banquillos, dirigir al Atlético de Madrid era cuestión de tiempo. Cerezo, Gil Marín y él mismo hablaron durante años de su retorno, mientras adquiría experiencia en Estudiantes de la Plata, River Plate, San Lorenzo de Almagro o Catania. El futuro ya es presente y su hermana Natalia fue la encargada de comunicar al presidente del Rácing, Rodolfo Medina, su marcha inmediata. Aunque previsible, en Argentina resultó inesperada.

Con Gregorio Manzano destituido, en el Manzanares tendrá que recomponer a un equipo sin chispa ni capacidad de reacción. Habrá tiempo para reencuentros, en los despachos con Caminero y en los entrenamientos con Falcao. El colombiano, al que dirigió en River Plate, llegó a afirmar el 'Cholo' le enseñó a vivir "el fútbol como la vida". La plantilla del Atlético de Madrid necesita de un contagio masivo de ilusión, también de autocrítica, si todavía aspira a cumplir el objetivo de acabar entre los cuatro primeros de la Liga.