El FC Barcelona ha ganado este miércoles al Inter de Milán (2-1) en el Camp Nou, en la segunda jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones, gracias a una remontada firmada por el doblete de Luis Suárez que hizo olvidar una primera parte aciaga de los locales, que cogen aire en Europa.
Los blaugranas se quedaron a cuadros al descanso, tal cual su innovadora y discutida camiseta. La primera parte fue del Inter, en todos los sentidos, y trasladaron su dominio al marcador gracias a un gol de Lautaro Martínez, que no repitió por una mano salvadora de Marc-André Ter Stegen.
En cambio, la segunda parte fue totalmente distinta desde la entrada de Arturo Vidal, que ejerció de mediapunta con libertad para morder y presionar al máximo dentro de un 4-2-3-1 en el que Messi fue un falso extremo derecho, Griezmann hizo de '9' y Suárez, desde la zurda, igualó con una volea excelsa el partido.
No tuvo suficiente con ello el uruguayo, y asistido por un Leo Messi que hizo de diésel y reservó sus escasas fuerzas --justo recuperado de una lesión en el aductor-- para el final, logró dar la vuelta al marcador. Messi atrajo y dribló a todos, Suárez controló de diez y batió a Handanovic para consumar la remontada y empezar la fiesta.
Tuvo ocasiones el Barça en la primera parte, sí, pero nada comparadas con las del Inter, mayores en número y mejores en peligrosidad. El Barça quería el balón, pero no le daba profundidad. El Inter, bien plantado atrás, salió con un criterio excelso y siempre, con verticalidad, buscando la red del meta blaugrana. Pero sólo la vio en una ocasión y el Barça, en dos. Suárez, en dos. Los segundos 45 minutos hicieron que las estadísticas fueran blaugranas, maquillaron una primera parte aciaga, mala. Pero lo cierto es que, al final, el equipo catalán mereció ganar.
Señalado a veces, en esta ocasión parte de la victoria es de Ernesto Valverde. Cambió el dibujo y la cara de su equipo, se atrevió con Arturo Vidal y Ousmane Dembélé, también de vuelta tras lesión, e hizo que el Inter de Antonio Conte dejara de intimidar y fuera un trapo roto. Y todo ello gracias al temporizador de Messi y a la pólvora de Suárez.
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