Una ley sobre amaños en el fútbol enfrenta a Erdogan con el presidente turco

  • El gobernante Partido de Desarrollo y Justicia de Turquía (AKP), del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, está pasando por momentos de inusual tensión interna, evidenciada en torno a la polémica ley sobre los amaños en los partidos de fútbol.

Ilya U. Topper

Estambul, 10 dic.- El gobernante Partido de Desarrollo y Justicia de Turquía (AKP), del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, está pasando por momentos de inusual tensión interna, evidenciada en torno a la polémica ley sobre los amaños en los partidos de fútbol.

El presidente turco, Abdullah Gül, perteneciente también al islamista moderado AKP, vetó la semana pasada el proyecto de ley, presentado por sus correligionarios, que reduce las penas de 12 a 3 años de cárcel.

Pero la ley, apoyada por la gente más cercana a Erdogan, fue votada de nuevo esta madrugada en el Parlamento, sin que el presidente haya podido aplicar su veto una vez más.

Todos los partidos del hemiciclo, excepto el minoritario BDP kurdo, han unido sus fuerzas para anular la oposición de Gül, en un claro desafío al jefe de Estado.

Aunque Erdogan aún sigue convaleciente y no participa en los debates del Parlamento, se da por hecho que respalda la decisión de aprobar la ley contra la voluntad del presidente.

Durante años, ambos formaron un equipo que ha dominado la política del país eurasiático.

En 2000, Gül fue durante cuatro meses primer ministro turco, un cargo que entregó a Erdogan una vez eliminadas las trabas jurídicas que apartaban a su aliado del cargo.

Después, el actual presidente fue durante años ministro de Exteriores, viceprimer ministro y hombre de máxima confianza de Erdogan, fundador del AKP.

Parte del partido islamista se ha alineado con Gül, en contra de la decisión mayoritaria, lo que evidencia las fisuras internas de un partido que hasta ahora parecía monolítico.

Uno de ellos es Bülent Arinç, viceprimer ministro y cofundador del AKP, quien ha declarado a la televisión pública TRT que "personalmente" compartía la postura del presidente.

Otro es el ministro de Comercio, Hayati Yazici, quien sin embargo prometió que iba a observar la disciplina de partido.

El propio Gül intentó rebajar la polémica al explicar que aceptaba el desafío del Parlamento como parte del juego democrático, pero se reservó el derecho de llevar la ley al Tribunal Constitucional, una vez aprobada por la Cámara.

Sería la primera vez que Gül diera un paso de esta envergadura desde que llegó a la presidencia en 2007, y la prensa y muchos analistas locales creen improbable que esto ocurra.

El columnista Mehmet Ali Birand opina que el enfrentamiento refleja tensiones entre el aparato del partido y el influyente movimiento del predicador islamista Fethullah Gülen.

Se trata de una especie de "Opus Dei islámico" -como lo define el politólogo turco Hakan Yavuz, profesor en la Universidad de Utah- que lleva años prestando un vital apoyo al AKP y controla parte de los grupos mediáticos cercanos al Gobierno.

Pero es improbable que el movimiento religioso y el AKP lleguen a una ruptura abierta, ya que se necesitan mutuamente, asegura Birand en una columna publicada en el diario "Hürriyet".

La polémica no es estéril: el sábado pasado arrancó en Estambul el juicio contra 93 personas de ocho clubes turcos de fútbol, acusados de haber amañado partidos durante los últimos años, y ayer, el juez dio trámite al escrito de la Fiscalía.

Entre los acusados se encuentra Aziz Yildirim, presidente del Fenerbahçe, para el que la Fiscalía pide hasta 134 años de cárcel.

Junto a otros 30 acusados, Yildirim, que se declara inocente, está encarcelado desde julio a la espera de juicio.

Muchos analistas turcos creen que la voluntad de los partidos políticos de rebajar las penas máximas de 12 a 3 años se debe a la presión del "lobby" futbolístico.

La ley en vigor hasta ahora, con penas mínimas de cinco años, fue aprobada muy poco antes de que la policía lanzara la operación contra los sospechosos de amañar partidos.

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