Unos Juegos Olímpicos "buenos, bonitos y baratos" en un atribulado Brasil

  • Aunque los brasileños no sepan quién será su presidente en ocho meses y los atletas olímpicos no tengan TV en sus cuartos debido a la recesión, Rio de Janeiro promete unos Juegos "espectaculares" para 2016.

Con el presupuesto tijereteado por la crisis económica y la vergüenza nacional de no haber podido limpiar a tiempo la bahía de Guanabara, una gran letrina a cielo abierto donde se celebrarán las competencias de vela, las críticas no faltan.

Los organizadores destacan, sin embargo, que no hay obras atrasadas y que las mejoras en transporte público serán un gran legado para Rio, que celebrará del 5 al 21 de agosto próximo los primeros Juegos en Sudamérica, donde competirán más de 10.000 atletas de 206 países.

"Rio hoy está listo 80%, en abril estará listo en 100% y durante los Juegos lo estará 120%. La Olimpíada va a ser espectacular", aseveró Mario Andrada, director de Comunicaciones del comité organizador local Rio-2016, en una entrevista con la AFP.

Los organizadores esperan que la mayor democracia de Latinoamérica aguante los embates del procedimiento de destitución contra la presidenta Dilma Rousseff en el Congreso por maquillaje de las cuentas fiscales, y que el descontento popular hacia el gobierno no se traslade a los Juegos ni gane las calles, como sucedió en 2013, un año antes del Mundial de fútbol.

Frente a la peor recesión en décadas en Brasil, una inflación de dos dígitos, un creciente desempleo y un escándalo de corrupción de tamaño monumental en la estatal Petrobras, el comité Rio-2016 se ha propuesto gastar solo "el dinero que tenemos", dijo Andrada.

Eso implica recortar el actual presupuesto de casi 5.000 millones de dólares entre 5% y 20%, detalló, por ejemplo eliminando las televisiones en los cuartos de los atletas, comprando menos impresoras y ofreciendo comida brasileña en vez de un menú lujoso a los invitados "VIP".

Tenemos "el compromiso de no gastar más de lo necesario, algo nuevo para unos Juegos" Olímpicos, afirmó Andrada. "El país está viviendo una crisis enorme, no podemos mandar un mensaje diferente" ni "dejar cuentas pendientes para que pague el gobierno o peor, la sociedad".

Pero ante la inquietud de federaciones, comités nacionales y clientes, aclaró que Rio-2016 no economizará "nada en los campos de juego, nada en deportes, nada en la ceremonia, nada en legado".

Tras los atentados terroristas en París que dejaron 130 muertos, Brasil, que no cuenta con ninguna experiencia en el asunto, pondrá en marcha la mayor operación de seguridad integrada de su historia, con 85.000 hombres y en coordinación con 80 países.

"Trabajamos permanentemente como si la amenaza fuese inminente", dijo a la AFP el jefe de la inteligencia brasileña, Wilson Trezza. El comité Rio-2016 asegura por su lado que "Rio será la ciudad más segura del mundo durante los Juegos".

Pero hay noticias inquietantes, como el reciente desbaratamiento de una banda que falsificaba certificados de nacimiento y que permitió a decenas de sirios obtener pasaportes brasileños entre 2012 y 2014. Varios están prófugos de la justicia.

Más allá de las preocupaciones sobre la seguridad, lo que muchos quieren saber es si la "cidade maravilhosa", convertida en los últimos años en un gran cantero de obras, será un mejor lugar para vivir después de los Juegos.

Lamartine Pereira da Costa, un experto en Juegos Olímpicos de la Universidad Estatal de Rio (UERJ), opina que sí, y recuerda que el porte de las obras en curso es mayor a las realizadas en Barcelona-92, usualmente citada como ejemplo en mejoras urbanas tras unas Olimpíadas.

"Las cosas aquí funcionan tan mal, que no podían quedar peor. Por ejemplo, el porcentaje de la población que utiliza el transporte publico pasará de 38% a 66% después de los Juegos, es la gran conquista de Rio de Janeiro", dijo el experto a la AFP.

Pero el crítico Comité Popular de la Copa y las Olimpíadas asegura que Rio será una ciudad "más segregada" tras los Juegos a consecuencia de los desalojos forzados de más de 4.100 familias debido a las obras olímpicas, el alza de precios inmobiliarios que beneficia apenas a un puñado de empresarios, un transporte insuficiente e ineficaz y un exceso de policías violentos y racistas.

"Será una Olimpíada de la exclusión, estamos perdiendo oportunidades de promover la integración social. Lamentablemente la ciudad no va a ser más justa ni más democrática" después de agosto de 2016, estimó Orlando Santos Junior, profesor universitario y coordinador de un voluminoso dossier sobre el tema.

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