Aprobada en 2010 por los Estados miembro del FMI, esta reforma duplica los recursos permanentes del organismo (cuotapartes) y otorga a los grandes países emergentes, China entre ellos, más poder en el seno del principal organismo decisorio de la institución.
Su entrada en vigor, sin embargo, sigue congelada desde 2012 por el veto de hecho del Congreso de Estados Unidos, primer contribuyente financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI), específicamente por los legisladores republicanos, lo que suscita el enojo creciente de los países emergentes.
En la noche del martes los negociadores de la mayoría republicana y de la minoría demócrata revelaron una extensa propuesta presupuestal que prevé la ratificación de la reforma de 2010.
El texto, que fija los gastos del Estado federal hasta el 30 de septiembre de 2016, debe ser sometido ahora a ambas cámaras antes del fin de semana y tiene grandes posibilidades de ser aprobado.
Defendida por la administración Obama, la ratificación de la reforma constituiría una importante victoria de la directora ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, quien se manifestó preocupada en varias ocasiones por la "pérdida de credibilidad" de la institución que dirige.
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