Ángel Berlanga, de mochilero en Nueva Zelanda al Mundial de clubes con el Auckland City

    • El jugador español del Auckland City debuta hoy en su cuarto Mundial de Clubes ante el Atlético Tetuán.
    • Se fue a Nueva Zelanda a vivir una experiencia nueva y se encontró que podía jugar en el mejor club del país.
    • "Al principio mi familia me dijo a ver si me había metido en algún lío para irme tan lejos", cuenta antes del torneo.
Ángel Berlanga, con en Auckland City
Ángel Berlanga, con en Auckland City

Fuera de los círculos del fútbol madrileño y de sus amistades, Ángel Berlanga es un perfecto desconocido. Pero va a jugar el Mundial de clubes en las filas del Auckland City de Nueva Zelanda por cuarta vez. Hoy debutan ante el Atlético Tetuán marroquí. Sus cualidades futbolísticas pueden ser compartidas por miles de jugadores semiprofesionales que nutren los 360 equipos de la Tercera División. En ese sentido, no es nadie especial. ¿Por qué es él quien juega cada año el mismo torneo que Cristiano Ronaldo, Messi o Robben? "Más que el fútbol, lo que me interesaba era ver mundo", dice este exjugador del Majadahonda de 27 años. "El fútbol está siendo la plataforma que me permite vivir aventuras tan especiales que de otra manera no hubiera podido conocer".

Hace cinco años, Berlanga decidió dar rienda suelta a su espíritu aventurero e indómito. Licenciado en INEF, su carrera futbolística le había impedido irse de Erasmus como muchos de sus amigos. "Quería conocer otra cultura y otras maneras de pensar, que es lo que te hace crecer como persona. Al principio mi familia me dijo a ver si me había metido en algún lío para irme tan lejos", cuenta. Con poco más de una mochila, puso rumbo a Nueva Zelanda, a 19.000 kilómetros de España. "Vine de viaje, no tenía intención de quedarme". En esta introspección hacia un mundo completamente opuesto al occidental, la red social más extendida del planeta jugó un papel crucial en el destino de Ángel. "Conocí al entrenador a través de Facebook, me dio la oportunidad de entrenarme con ellos y me quedé".

El entrenador es el catalán Ramón Tribulietx, que desembarcó en Nueva Zelanda en 2010 y ha conducido al City a cuatro títulos de la Champions de oceanía. En un país dominado por la religión del rugby, los futbolistas son los 'raritos'. "Si aquí viniera un futbolista muy famoso, la gente ni le conocería. Somos un deporte minoritario. Los que están un poco más puestos sí que sabe quiénes somos, pero el resto nada".

Si la cultura es completamente diferente, también lo es el fútbol. Desde el concepto que se tiene del juego a la mentalidad hacia el deporte. "Tirarse está muy mal visto por ejemplo. Si intentas engañar al árbitro te miran mal hasta los de tu propio equipo", cuenta Berlanga. A nivel de preparación física, las reminiscencias del rugby son patentes. "Se piensan que por estar más fuertes van a ser mejores, y a veces llega un punto que hasta es contraproducente. Son demasiado fuertes, animales de gimnasio".

Pese a que el Mundialito ponga púrpura a su vida deportiva, los compañeros de Berlanga son futbolistas a tiempo parcial que tienen que combinar el deporte con el trabajo o los estudios. Cuando acabe la cita marroquí, tendrán que volver a su día a día. Tienen la suerte de acercarse a lo más grande del fútbol una semana al año. Quizás llegando a un lugar en el que, más que la calidad o el talento, les pone la circunstancia vital. "La vida te da unas sorpresas que no podías ni esperar", reconoce el futbolista español. "El año pasado paramos en Barcelona cuando fuimos al Mundial y flipaban con el estadio. En Japón fue increíble. Estábamos todo el día con la boca abierta".

Ángel Berlanga es socio y madridista de toda la vida, y el objetivo de su equipo está lejano que el que tiene el club de sus amores, que sólo viaja hasta Marruecos para salir campeón del mundo. "Ganar el primer partido sería un sueño para nosotros", reconoce. Admirador de Raúl por sus valores y de Zidane por la clase, este español que se fue a Nueva Zelanda a la aventura no sabe qué depara el futuro más allá del Mundialito y de las antípodas. "Cualquier sitio me valdría. Quiero seguir conociendo mundo".

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