En los primeros 11 meses del año, el intercambio comercial arrojó un saldo positivo de 13.442 millones de dólares, que contrasta con el déficit de 4.348 millones de igual periodo del 2014.
La medición de noviembre revela que las importaciones alcanzaron los 12.609 millones de dólares, mientras que las exportaciones totalizaron 13.806 millones. En la comparación interanual, tanto las compras como las ventas al exterior se redujeron, pero las importaciones (-30,2%) sufrieron un caída más pronunciada que las exportaciones (-11,8%).
En noviembre de 2014, Brasil había registrado un déficit de USD 2.427 millones.
El agudo retroceso de las compras externas y la fuerte depreciación del real ante el dólar hicieron que la balanza comercial haya sido prácticamente el único indicador económico de Brasil que se mantuvo en terreno positivo este año, cuando la séptima economía del mundo entró en recesión.
Además, el gobierno no consigue galvanizar su base en el Congreso que le permita aprobar un ajuste fiscal que ponga las cuentas públicas en orden.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística confirmó este martes que Brasil profundizó la recesión en el tercer trimestre del 2015, cuando el PIB se contrajo un 1,7% en relación a los tres meses previos.
Con este resultado, peor de lo esperado por el mercado, la mayor economía de Latinoamérica va de mal en peor: de enero a setiembre, el PIB acumula una caída de 3,2% en relación al mismo periodo del año pasado, el mayor retroceso acumulado desde el inicio de la serie en 1996.
La presidenta de izquierda Dilma Rousseff enfrenta un complejo cóctel que mezcla una contracción de la actividad, déficit fiscal, una inflación de casi dos dígitos y desempleo creciente. El apoyo popular a su gestión es de alrededor de 10%, la oposición pide su juicio político y el Congreso tarda en aprobar un crucial plan de austeridad.
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