Catar vuelve al redil de las monarquías del Golfo

  • Catar ha accedido a limar las tensiones con sus socios del Golfo Pérsico, que se desataron tras el golpe de Estado egipcio de 2013, por haber dado apoyo y refugio a los Hermanos Musulmanes, enemigos declarados de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.

Imane Rachidi

El Cairo, 8 dic.- Catar ha accedido a limar las tensiones con sus socios del Golfo Pérsico, que se desataron tras el golpe de Estado egipcio de 2013, por haber dado apoyo y refugio a los Hermanos Musulmanes, enemigos declarados de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.

La normalización de las relaciones alcanzará su cenit los próximos días 9 y 10 de diciembre con la celebración en Doha de la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), integrado por Arabia Saudí, Emiratos, Kuwait, Baréin, Omán y Catar.

El primer paso para la reconciliación fue la reunión del pasado 16 de noviembre en Riad del CCG, en la que Arabia Saudí, Emiratos y Baréin acordaron el regreso de sus embajadores a Doha.

La decisión de enviar de vuelta a los representantes diplomáticos ha sido posible gracias a un cambio de postura de Catar, que el analista egipcio Said Sadek atribuye a la presión de los otros países del Golfo, que amenazaron con no acudir a la citada cumbre.

La ruptura, escenificada con la retirada de los jefes de las misiones diplomáticas el pasado marzo, se justificó entonces por el supuesto incumplimiento de Catar de un mecanismo de seguridad y por su presunta injerencia en los asuntos internos de esos Estados.

Para el analista del centro catarí Brookings Sultán Barakat, "este paso significa el fin de las discordias que hay entre Catar y otros países, especialmente Egipto".

La Primavera Árabe de 2011, que llevó al poder en Egipto a Mohamed Mursi, miembro de los Hermanos Musulmanes, permitió la creación de un nuevo eje de poder -islamista- en Oriente Medio, que reunió a Catar, Egipto y Turquía, cuyo presidente, Recept Tayyip Erdogan, sintonizó rápidamente con las políticas de Mursi.

Sin embargo, Emiratos y Arabia Saudí se mostraron reticentes al avance de los Hermanos, a quienes siempre han mirado con recelo, por su vertiente política y su discurso republicano, que amenaza con hacer temblar las poderosas y petrolíferas monarquías del Golfo.

La adhesión abierta y rotunda de Catar al "islamismo político" comenzó a fraguar la división regional que fue seguida, tras la caída en desgracia de los Hermanos Musulmanes egipcios, de una profunda fractura en el seno del CCG.

Sadek, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Americana de El Cairo, aseguró a Efe que Arabia Saudí se dio cuenta de que el mundo árabe se había convertido en "el niño enfermo" de la comunidad internacional y decidió ponerse manos a la obra para "arreglar el entuerto" regional.

Según remarcó Sadek, Riad ha tomado las riendas de esta crisis para afrontar el "tsunami" que sufre la región con el avance yihadista del grupo Estado Islámico en Irak y Siria, el conflicto del movimiento chií de los hutíes en Yemen o el acercamiento entre Washington y Teherán sobre el programa nuclear iraní.

Con la llegada de Abdelfatah al Sisi al palacio presidencial de Itihadiya, el triángulo de poder de la región volvió a las monarquías de Arabia Saudí y Emiratos, y al nuevo régimen egipcio, aquejado de una importante crisis económica y de seguridad tras casi cuatro años de inestabilidad política.

Egipto también prometió a Arabia Saudí rebajar la tensión, según Sadek, quien lamentó que Catar "aún no ha tomado ninguna decisión ni ha cumplido con su parte" del trato alcanzado con sus socios, que incluye la entrega a El Cairo de varios dirigentes de la Hermandad procesados por terrorismo.

Riad y Abu Dabi, con sus inyecciones millonarias desde junio de 2013, se han convertido en los principales baluartes de Al Sisi, quien, según el analista, tendrá que continuar siendo el "hijo obediente" de Arabia Saudí si quiere seguir recibiendo "la paga".

Emiratos ha entregado 3.000 millones de dólares en ayuda financiera a Egipto, mientras que Arabia Saudí ha ofrecido otros 5.000 millones en donaciones, depósitos y productos derivados del petróleo.

Durante la crisis, la animadversión entre los dos bandos se ha reflejado también en los medios de comunicación de los distintos países.

La prensa catarí siempre se ha referido a la destitución de Mursi como un "golpe de Estado", una expresión tabú en los medios egipcios y en los de sus aliados regionales, que han acusado a Catar de apoyar el terrorismo y de incitar a la violencia en Egipto.

Sin embargo, El Cairo fue más allá y clausuró el canal catarí Al Yazira y detuvo a varios de sus periodistas; a tres de los cuales condenó a entre siete y diez años de prisión, acusados de publicar noticias falsas y de apoyar a los Hermanos.

En este nuevo contexto, Al Sisi reveló que está considerando indultar a los tres periodistas, y aseguró: "si por mí fuera, los habría deportado desde un principio".

En respuesta, Al Yazira, que siempre ha calificado a Al Sisi como "el dirigente golpista", se refirió a él hace unos días, por primera vez, como "el presidente elegido", lo que fue interpretado por la prensa nacional como un cambio en su línea editorial.

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