Condenan al administrador de Epsilon por la quiebra "culpable" de esta firma

  • El que fuera administrador único de la empresa automovilística Epsilon Euskadi, Joan Villadelprat, ha sido condenado por un juzgado de Vitoria a pagar 900.000 euros al considerar que es el único responsable de la declaración de quiebra "culpable" de esta firma, que aspiraba a competir en la Fórmula Uno.

Vitoria, 12 nov.- El que fuera administrador único de la empresa automovilística Epsilon Euskadi, Joan Villadelprat, ha sido condenado por un juzgado de Vitoria a pagar 900.000 euros al considerar que es el único responsable de la declaración de quiebra "culpable" de esta firma, que aspiraba a competir en la Fórmula Uno.

El Juzgado de lo Mercantil número 1 de Vitoria explica en su sentencia que la declaración de quiebra fue "culpable" porque el empresario catalán Villadelprat, pese a ser "consciente de la situación de insolvencia de la compañía", la agravó al sacar de ella de forma "fraudulenta" bienes y derechos de esta firma durante los dos años previos a la declaración de concurso.

Por ello le inhabilita durante tres años para administrar bienes ajenos o para representar a cualquier persona, declara la pérdida de cualquier derecho que tuviera como acreedor concursal y le condena a abonar 899.263 euros a afectados por las deudas de esta compañía.

El fallo judicial considera probado que en el año 2007 Epsilon Euskadi se embarcó en un "ambicioso" proyecto que consistía en construir un nuevo centro de innovación e investigación de alto rendimiento para el desarrollo de componentes avanzados de automoción, que además integraría las áreas de competición y formación.

En abril de 2007 Epsilon firmó un convenio con el Parque Tecnológico de Álava -del que son socios el Gobierno Vasco a través de la Spri, la Diputación de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria- y obtuvo un total de 16 millones de euros del Ministerio de Ciencia.

En 2008 Epsilon compró un solar al parque Tecnológico de Álava por 2,6 millones de euros para edificar el nuevo edificio de investigación, al que la empresa trasladó su domicilio social en 2010.

Pero ya en 2009, al reducirse la financiación de la Administración central, Epsilon pidió dos préstamos a Kutxa y Caja Vital de 8 millones de euros cada uno.

La sentencia pone de relieve que en octubre de 2009, cuando se hizo el cierre contable del ejercicio de ese año, ya se puso de manifiesto que las previsiones no se estaban cumpliendo ya que la cifra de negocio se había reducido de 10,1 millones en 2008 a 7,1 en 2009 y las pérdidas se habían incrementado de 712.000 euros a 1,3 millones de euros en ese mismo periodo.

Pese a esta situación, el administrador único, Joan Villadelprat, no sólo decidió mantener la actividad en 2010, sino que asumió nuevas deudas: un préstamo al Ministerio de Industria de más de 350.000 euros, otros dos a BBK y La Caixa por 300.000 euros cada uno y una subvención del Gobierno Vasco por 642.000 euros.

El juzgado destaca que Villadelprat hizo esto "sin la previsión de poder hacer frente a los vencimientos" de los pagos pendientes, "con la sola esperanza de captar un inversor privado que salvara el proyecto".

Pero además, en abril de 2011 Epsilon vendió a la sociedad Epic Racing, creada el mes anterior y formada por personal de la propia Epsilon, todos los activos de la rama de competición, que tenían un valor neto contable de algo más de un millón de euros, junto con las relaciones vinculadas a esa rama y los trabajadores adscritos a la misma.

La sentencia recuerda que la rama de la competición proporcionaba a Epsilon el 97,5 % de sus ingresos totales y se pactó un precio de 200.000 euros mediante un pago aplazado que no llegó a cumplirse por parte de la empresa compradora.

Con todo ello, el administrador único "desgajó de la sociedad la actividad que constituía la principal fuente de ingresos y la que dotaba de valor a las restantes ramas", señala el fallo judicial.

Finalmente el 4 de julio de 2011 Epsilon solicitó la declaración de concurso y declaró un pasivo de 37,8 millones de euros, con unas líneas de negocio "sin viabilidad futura alguna".

En 2009 y 2010 intentó entrar en la Fórmula Uno, lo que le hubiera permitido lograr un volumen de negocio cercano a los 100 millones de euros, pero esta iniciativa no tuvo éxito.

La sentencia concluye por todo ello que la declaración de concurso fue culpable ya que a principios de 2010, "en lugar de echar el freno y adelantarse a la situación de insolvencia", Villadelprat asumió nuevas deudas "por nada menos que 950.000 euros sin expectativa real, cierta o razonable de revertir la situación".

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