Distribuidor afirma que los chinos ricos buscan calidad en las importaciones

  • Lo importante para hacer negocios en China es abrir las vías necesarias "aunque no se utilicen", dijo hoy a Efe el empresario Wang Jingli, distribuidor en el país asiático de objetos europeos de lujo como la cerámica de Lladró o muebles antiguos españoles, o sofás de piel italianos de Gucci o Lamborghini.

Pekín, 16 dic.- Lo importante para hacer negocios en China es abrir las vías necesarias "aunque no se utilicen", dijo hoy a Efe el empresario Wang Jingli, distribuidor en el país asiático de objetos europeos de lujo como la cerámica de Lladró o muebles antiguos españoles, o sofás de piel italianos de Gucci o Lamborghini.

En víspera de la Navidad, Wang confesó a Efe conocer el significado de esa fiesta cristiana gracias a las figuras de cerámica de Lladró y pidió fotografiarse junto a uno de los crucifijos de la marca valenciana que situó sobre un mueble español.

"Son las empresas las que fracasan, no los sectores. No encuentro difícil hacer negocios aquí pues apuesto por la calidad, por ejemplo, los zapatos españoles de piel, los mejores del mundo pero aún no conocidos, o el vino portugués que acabo de traer", añadió tras destacar que en 2011 las ventas de Lladró pueden superar a las de Japón (líder mundial) con 2,5 millones de dólares.

Según Wang, España es un país debe tener confianza en que saldrá de la crisis pues tiene buenos productos, "aunque los italianos saben cómo presentarse mejor".

El distribuidor afirma que las marcas internacionales se venden muy bien entre la clase pudiente en China y las copias no tienen mercado "pues aunque imiten la forma, no tienen espíritu. Lo verdadero se distingue con una mirada".

Una fábrica de imitaciones de la marca en Xiamen (Fujian, sureste) no inquieta al "hombre de Lladró en China", pues "son para exportar".

Reconoce que sus comienzos en el negocio del lujo se ligan a haber conocido en Hong Kong hace doce años Juan Lladró, empresario conocido por sus piezas artísticas de porcelana.

"Fue el destino. Me aconsejó abrir mercado en China, donde aún no se consumían adornos de lujo. Somos amigos y tanto él como su hija Rosa, presidenta del consejo de administración de Lladró, me tratan muy bien", añadió.

Aunque en los primeros tres años las ventas no despegaban, el aumento continuado desde el cuarto fue del 20 por ciento y en 2011 duplicaron las de 2010, principalmente en Pekín, Shanghái y otras grandes ciudades mientras que en Hong Kong es consultor para la marca, que tiene 9.000 tiendas en 120 países.

Ya empresario de éxito y millonario, creó hace ocho años un club privado en Pekín para hacer contactos empresariales y políticos, que decoró con la cerámica de Valencia y que dice un día transformará en exhibición de productos españoles "pues amo a España".

"La calidad tiene cada vez más mercado en China. Soy contrario a las ventas a granel, por ejemplo de vino o aceite para embotellarlo bajo etiqueta china. Quienes pueden comprarlo quieren la autenticidad del producto", concluyó.

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