Washington romperá la hucha para renovar su arsenal nuclear en diez años

  • La Administración Trump ha comenzado el proceso de retirada del INF, el Tratado de Armas Nucleares intermedias firmado con Rusia en 1987.
Un misil nuclear Minuteman II en su silo. (Wikipedia/archivo)
Un misil nuclear Minuteman II en su silo. (Wikipedia/archivo)
Un misil nuclear Minuteman II en su silo. (Wikipedia/archivo)
Un misil nuclear Minuteman II en su silo. (Wikipedia/archivo)

El final de la Guerra Fría hizo pensar a la sociedad occidental en un futuro en el que se iría reduciendo el riesgo de una confrontación nuclear, sobre todo tras las firmas de los diferentes tratados de desarme. Pero la Administración Trump parece decidida a volver a poner sobre la mesa el temor a un 'armaggedon' para conseguir mantener a raya a sus enemigos, reales o imaginarios.

Este 2 de febrero Washington ha comenzado el proceso de retirada del INF, el Tratado de Armas Nucleares intermedias firmado por EEUU y Rusia en 1987. Los intentos de un acercamiento entre ambas potencias, como la reunión en Ginebra el pasado 15 de enero se frustraron por la exigencia estadounidense de que Moscú elimine su misil balístico 9M729.

En consecuencia, uno de los pilares de la seguridad mundial desaparece, en consonancia con los planes anunciados por Trump el 17 de enero, durante su visita al Pentágono para presentar la nueva estrategia de misiles de EEUU. Washington apuesta por modernizar sus arsenales nucleares mucho más que por el desarme y el control de riesgos. Rusia, China, Irán y Corea del Norte son las potencias a las que EEUU considera hostiles y por las que sus 'halcones' optan por ofrecer una panoplia mayor de opciones de ataque para su Comandante en Jefe, tal y como destaca Jesús A. Núñez Villaverde en un análisis publicado por el Real Instituto Elcano.

El arsenal nuclear mundial: 17.300 cabezas entre nueve países
El arsenal nuclear mundial: 17.300 cabezas entre nueve países

Si los estrategas militares estadounidenses junto a los contratistas logran llevar a cabo sus planes para la próxima década, la renovación del arsenal nuclear supondrá el desembolso de 494.000 millones de dólares, algo menos de 50.000 millones cada año, según una reciente estimación gubernamental.

La cifra, divulgada en la estimación bianual de la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), está un 23% por encima de la que se había fijado en 2017, y eso que aquella ya elevaba la estimación en un 15% respecto a la de 2015. Este enorme desembolso ha hecho saltar las alarmas en el Congreso, especialmente en el House Armed Services Committee, en el que se esperan fricciones con este asunto, debido al giro político que supone.

La Revisión de la Postura Nuclear (NPR) de EEUU ha introducido principalmente tres cambios importantes. El desarrollo de un misil balístico para submarinos, el desarrollo de un nuevo misil de crucero para la Armada y el incremento de la producción de plutonio enriquecido. Por tanto, el Departamento de Energía y el Pentágono se disponen a gastar el dinero del contribuyente del siguiente modo:

234.000 millones de dólares en sistemas estratégicos de armas nucleares, incluyendo submarinos, misiles balísticos intercontinentales, bombarderos de largo alcance y las cabezas nucleares para esos sistemas, a lo que se añaden fondos para el Departamento de Energía destinados a los reactores de la flota de submarinos.

15.000 millones en sistemas estratégicos de armas, incluyendo aeronaves tácticas para el empleo de las mismas, y los fondos para el nuevo misil de crucero para submarinos.

106.000 millones de dólares para los laboratorios de armas nucleares y los centros de fabricación, además de para la modernización de los silos en los que se almacenan.

77.000 millones destinados al comando nuclear, sistemas de control y de alerta temprana, destinado a supervisar cualquier incidente relacionado con el armamento nuclear, y sobre el que oficiales del Pentágono llevan años reclamando una modernización.

Los restantes 62.000 millones de dólares en costes procederían de los sobrecostes que, la CBO estima, puede que se deriven del desarrollo de los citados programas en el período 2019-2028, basándose la estimación en la desviación presupuestaria en la que han incurrido planes similares anteriormente.

Mostrar comentarios