El dinero ilegal cruza fronteras a un ritmo vertiginoso en China

  • Para ciertos multimillonarios chinos sacar secretamente del país grandes sumas de dinero es una cuestión de vida o muerte. Entre 2000 y 2009, según un informe de Global Financial Integrity (GFI), los ciudadanos chinos lideraron el ranking mundial de movimiento ilegal de dinero: 2,74 billones de dólares.

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Benjamin Carlson, Hong Kong (China) | GlobalPost

Para algunos chinos ricos, el deseo de sacar del país secretamente ingentes cantidades de dinero no es sólo urgente, sino una cuestión de vida o muerte.

Un ejemplo más que claro es el protagonizado por Gu Kailai, mujer del jefe del partido en Chongqing caído en desgracia Bo Xilai, que está acusada de envenenar al empresario británico Neil Heywood a finales del año pasado.

Según información difundida por Reuters, Gu supuestamente mató a Heywood después de que éste amenazase difundir su oscura trama financiera en el extranjero, que le habría permitido desviar más de 1.000 millones de dólares fuera del país, un serio delito en China.

Aunque su caso es especialmente notorio, los supuestos tejemanejes de Gu Kailai no son algo atípico entre los miembros de su estatus social. Entre 2000 y 2009, según un informe de Global Financial Integrity (GFI), los ciudadanos chinos figuraron en el primer lugar del ranking mundial de movimiento ilegal de dinero: 2,74 billones de dólares, cinco veces más que el segundo de la lista, México.

Desde el año pasado, según un estudio del China Merchants Bank y la consultora Bain & Co, los chinos que tienen más de 10 millones de yuanes en activos aptos para invertir (en torno a 1,6 millones de dólares) habrían desviado más de 550.000 millones de dólares al extranjero. Y eso sin contar a los chinos ricos que han emigrado por completo (el 27 por ciento de quienes tienen 15 millones de dólares o más), según el mismo informe.

Cada día se están sacando fuera de China de manera ilegal cantidades prácticamente inimaginables de dinero”, escribe Sarah Freitas, economista de Global Financial Integrity.

Lo que hace este éxodo aún más asombroso es que China todavía condena a muerte a quienes cometen determinados delitos financieros. Entonces ¿qué es lo que hace que los ricos y poderosos de ese país estén tan desesperados como para asumir tanto riesgo?

“Si uno tiene las conexiones políticas adecuadas en China, es muy fácil salir airoso de estas cosas”, afirma Borge Bakken, profesor de Criminología en la Universidad de Hong Kong. “Hay miles de maneras de sacar dinero del país”.

Algunas élites se temen que la futura inestabilidad política amenace su riqueza; algunos buscan protegerse ante una eventual caída en desgracia y se aseguran el futuro en el extranjero, y otros simplemente quieren invertir en el extranjero.

Por supuesto, también hay motivos oscuros por los que se saca el dinero del país: para borrar huellas de sobornos, malversación o crimen organizado. En otras palabras: para limpiar dinero negro.

“Resulta muy difícil cuantificar qué se debe a qué... probablemente cerca del 20 por ciento del dinero proceda de corrupción ‘mala, mala’”, dice Steve Vickers, presidente de una consultora especialista en riesgo.

Sean cuales sean los motivos, las élites chinas tienen toda una variedad de técnicas para sacar su dinero al extranjero.

Un modo simple es utilizando agentes para la recepción de remesas en Hong Kong, que ponen en contacto a individuos con necesidades similares a ambos lados de la frontera y transfieren dinero sin el habitual rastro de papeles, ya que en realidad los fondos no abandonan el país.

Otro método habitual es contratar a un intermediario que compra activos en el extranjero, como propiedades,antigüedades o bienes de lujo, y los conserva hasta que puedan revenderse, obteniendo dinero “limpio” a cambio.

“El hecho de que no presten atención a cuánto gastan es muy clarificador. Cuanto más gastas, más tienes que limpiar”, explica Yujing Fun, un criminólogo doctorado por la Universidad de Hong Kong. “En estas tramas no todo el dinero acaba volviendo a los que delinquen. Una buena porción se pierde en el proceso de lavado”.

Una estrategia más colorista implica a Macao, la antigua colonia portuguesa, que ahora es el único territorio en China en donde apostar dinero en casinos es legal. Aquí, los ricos pueden usar un servicio de “relaciones públicas” que se asegura de darles una línea de crédito desorbitante en las salas VIP de los casinos, permitiéndoles evitar el límite de 3.200 dólares en efectivo que los chinos corrientes pueden llevar a la ex colonia.

Después de jugarlo, ese dinero se puede cambiar por divisa extranjera “limpia” o llevar a Hong Kong, en donde se reinvierte en propiedades o se ingresa en cuentas en el extranjero.

Finalmente, los defraudadores más sofisticados suelen usar sistemas complejos de corporaciones ficticias para tapar sus actividades. Esto parece ser el caso de Gu Kailai, aunque los detalles de su trama son todavía borrosos.

En 2000 registró una corporación en Gran Bretaña llamada Adad Limited, bajo su nombre en inglés: Horus L. Kai.

Aunque la compañía operó durante años, no hay registro de que sirviera para hacer transacciones financieras. Gu y sus cuatro hermanas también controlaban empresas en Hong Kong y las Islas Vírgenes británicas por valor de al menos 126 millones de dólares, según cálculos de Bloomberg.

Si bien las autoridades chinas han  reventado unos cuantos casos notorios de fuga de capitales, el problema no hace más que aumentar. En marzo de 2012 la Policía de Pekín confiscó 800 millones de dólares de seis bancos ilegales que supuestamente ayudaban en tramas de blanqueo de dinero.

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