El fracaso, la primera gran lección de un ganador

  • Suspensiones de pagos, proyectos que se van algarete... Caerse para volver empezar. No hayempresario que no haya tropezado más de unavez antes de saborear las mieles del éxito.
Capital / Amaia Arteta

Sabían que Steve Jobs, el todopoderosofundador de Apple y gurú tecnológico,se sintió un fracasado? Sí,sí, como lo oyen. El padre de losMac, el ipod y el iphone, entre otros inventos,se planteó hasta huir de Silicon Valley (California)cuando le despidieron de la compañíade la manzana en 1985.

“¿Cómopueden a uno despedirle de la empresa queha fundado? Lo que había sido el corazónde mi vida adulta había desaparecido y fuedevastador. Era un fracaso público”, se sinceróante un nutrido grupo de estudiantesde la Universidad de Stanford en 2005. Perono teman.

Como todos sabemos, Jobsno desapareció de la faz empresarial –esmás, Apple le repescó en 1997– y es todomenos un fracasado. Pero su lectura deaquel momento vital es reveladora paracualquier persona, sea emprendedora, ejecutivao asalariada de turno. “Al principiono lo vi, pero el despido fue lo mejor queme había pasado en la vida. El peso del éxitofue sustituido por la lucidez de volver aser un principiante otra vez, menos segurode las cosas”. Todoun cántico a la superación personal.

Eudald Domenech creó su primera empresa–una discoteca– con 18 años; introdujo enEspaña el primer proveedor de acceso a Internet–ISP– al fundar en 1993 Servicom;montó Telepolis, un portal de Internet quevendió a eresMas por una cifra millonaria y,ahora, desde TechFoundries, gestiona diferentesproyectos como la filial de desarrollode software y servicios para televisión digitalInOut TV.

Pero no todo ha ido miel sobrehojuelas y Domenech ha vivido en carnepropia que una idea se vaya al garete.“Yo me he arruinado dos veces, literalmente.La primera, después de mis primerosdos éxitos: la discoteca Master’s y laemisora FM RKM. Me lo había creído tanto,que emprendí un tercer proyecto con lamisma ilusión y determinación que los anteriorespero con un exceso de confianzaque pagué caro. Tan caro, que no me quedómás remedio que emplearme como directorde la emisora Radio Vic. La segunda fuemucho más sonada y tardé mucho mástiempo en recuperarme ya que el tortazono fue sólo económico, si no que me apalearonde la forma más vil posible”, rememora.Aquella vez, una operación acordeónde los accionistas de Servicom le dejó “depatitas en la calle de un día para otro, sin unduro y con una deuda muy importante sobrela espalda. Creí que era el final”, prosiguesu relato.

Tampoco lo ha tenido fácil FranciscoMartínez-Cosentino, conocido como el reydel Silestone, un conglomerado de cuarzoinventado por él que ha conquistado las cocinasy baños de medio mundo. Hoy, suempresa almeriense de mármoles, Cosentino,factura 400 millones de euros anuales yda empleo a 2.300 empleados.

Pero el triunfono le ha hecho olvidar sus orígenes y losvicisitudes vividas. “No todo han sido éxitos–se sincera–. Me he arruinado tres veces.Pero ruina de que te corten la luz. En 1993,no me cogían ni letras de 12.000 pesetas”.En 1992 invirtió 1.200 millones de las antiguaspesetas en un conglomerado de mármolque acabó siendo un fiasco. Y a finalesde esa misma década tuvo que cerrar susnegocios en Latinoamérica porque no diocon el sistema de distribución adecuado.

Y John Gómez Hall, fundador de Prima,la que fuera una de las mayores inmobiliariasdel país en la década de los ochenta, recuerdacomo si fuera ayer la suspensión de  pagos en 1992. “Empezó una época negrade mi vida. Tuvimos que echar a 35 de los41 trabajadores que teníamos, la prensa meacosaba y como tenía un porcentaje del capital,perdí mucho dinero”, rememora estehombre que ha acabado desarrollando unacarrera de fondo en el sector. El proceso desuspensión duró cinco años, un tiempo enel que su mayor ocupación fue “gestionarlos activos lo mejor posible. Hubiera sidofácil cambiar de aires, pero no lo hice. Al final,nos quedamos con un almacén industrialen Coslada, que daba dinero porqueestaba alquilado, y unos terrenos en Meco”.

Poco a poco, y gracias a la confianza queunos socios volvieron a depositar en él, GómezHall resucitó Prima: en 1997 hizo unaampliación de capital que fue todo un éxitoy en menos de un año, otra.

Extraer lecciones

De suspensiones de pagos también sabeSalvador Mas de Xaxàs: la empresa familiarmontada por su padre se fue al traste a mediadosde los años ochenta. “Fue una experienciaque no se la deseo a nadie, pero nome traumatizó. Se trata de sacar conclusiones:no perdí a ningún amigo, de los de verdad,me refiero, y tuve que bajar mi ritmo devida pero me di cuenta de que no pasabanada. Para mis hijos fue duro, pero creo queles ha ayudado en su vida”.

La receta de Cosentino para esos momentosde dificultad es “ser honrado y darla cara, aunque pases mil vergüenzas”. Y,sobre todo, no rendirse, dice recordandosus propias crisis: “Me hubiera metido enla cama y no hubiera salido, pero no podíavenirme abajo”. Una línea en la que profundizaDomenech: “Perseverar, perseverar,perseverar. Y para eso hace falta creer en loque uno hace, dejar espacio al instinto, humildadpara cuestionarse lo que piensas,hacer de la innovación una actitud, construirun buen equipo, disponer de un consejode administración con muchas canasy ser honesto y agradecido. Me molesta quealgunos lo reduzcan todo a la suerte”.

Quizá, como enfatiza Steve Jobs, el éxitoradique en no perder la fe en los peoresmomentos y en apasionarse con lo queuno hace. “El trabajo ocupa una gran partede nuestra vida y la única forma de estarsatisfechos es hacer aquello que amamos”.Tomen nota.

Mostrar comentarios