El "no" de Kiev hace tambalearse la estrategia de la UE en el Este de Europa

  • El portazo dado por Ucrania a la Unión Europea con su "no" a la firma de un Acuerdo de Asociación negociado durante años amenaza con ser el golpe definitivo a la estrategia de los Veintiocho para el Este de Europa, donde el bloque compite con Rusia por ganar influencia.

Mario Villar

Bruselas, 22 nov.- El portazo dado por Ucrania a la Unión Europea con su "no" a la firma de un Acuerdo de Asociación negociado durante años amenaza con ser el golpe definitivo a la estrategia de los Veintiocho para el Este de Europa, donde el bloque compite con Rusia por ganar influencia.

Puesta en marcha en 2009, la llamada Asociación Oriental nació con el objetivo de atraer hacia Europa a varias repúblicas exsoviéticas a las que, de entrada, no se les ofrecía la vía de la adhesión.

El plan de Bruselas pasaba por estrechar lazos políticos y económicos con Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania, ofreciéndoles importantes ayudas financieras y facilidades para sus ciudadanos y empresas, como la eliminación de los visados.

A cambio, la UE reclamaba progresos hacia el modelo europeo de democracia, Estado de derecho y respeto de los derechos humanos.

Cuatro años después, sin embargo, el balance de esa estrategia no resulta muy esperanzador, pues sólo Georgia y Moldavia parecen interesadas en perseguir la vía europea.

Bielorrusia, con Alexandr Lukashenko aún al frente, tiene unas relaciones prácticamente inexistentes con la UE, que mantiene sanciones contra el Gobierno de Minsk por su persecución de la oposición y la situación de los derechos humanos en el país.

Azerbaiyán, por su parte, no está interesado en estrechar su relación con la UE mucho más allá de la venta de energía, mientras que Armenia dio el pasado octubre otro portazo a Europa, al rechazar por sorpresa la firma de un Acuerdo de Asociación y anunciar que se sumará a la Unión Aduanera rusa.

Así, Ucrania -el país más grande de la región, con una posición estratégica y con importantes recursos naturales- se había convertido en la gran esperanza europea y en una prueba de fuego para sus aspiraciones en la región.

El objetivo, sobre todo de Lituania, que lo había convertido en el gran hito de su presidencia semestral, era poder firmar un ambicioso acuerdo político y de libre comercio con Kiev la próxima semana, en la tercera cumbre de la Asociación Oriental que se celebrará en Vilna.

Tras el "no" ucraniano, Bruselas no ha escondido su "decepción", aunque ha preferido mantener una mano tendida de cara al futuro.

"Creemos que la firma del Acuerdo de Asociación, que es el más ambicioso que se ha ofrecido nunca a un no-miembro, ofrecería el mejor apoyo posible a las reformas de Ucrania y de cara a construir un futuro estable y próspero", aseguró hoy la portavoz comunitaria de Exteriores, Maja Kocijancic.

La portavoz se mostró confiada además en la presencia del presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, en Vilna y subrayó que la cumbre ofrecerá varios progresos tangibles a pesar de que no se firme el acuerdo con Kiev.

Aunque rara vez admitido públicamente, el temor a que el Gobierno de Yanukóvich terminase optando por el bando ruso sí había sido manifestado en numerosas ocasiones por fuentes diplomáticas.

En las últimas semanas, sin embargo, el debate se había centrado principalmente en si la UE aceptaría la firma del acuerdo, para el que había puesto como condición progresos en la lucha contra la justicia selectiva y, sobre todo, un arreglo para el caso de la encarcelada ex primera ministra y líder opositora Yulia Timoshenko.

Los Veintiocho han invertido mucho durante los últimos meses para asegurar la liberación de la proeuropea Timoshenko, uno de los grandes rostros de la "Revolución Naranja" de 2004, y cuyo futuro sigue en el aire.

Pero la decisión de Ucrania va a priori mucho más allá de la batalla personal entre Yanukóvich y Timoshenko, pues puede suponer un paso geopolítico trascendental y una demostración de que Rusia no se dejará arrebatar fácilmente su esfera de influencia.

"El Gobierno de Ucrania se arrodilla de pronto ante el Kremlin. Las políticas de presión brutales evidentemente funcionan", denunciaba en su cuenta en Twitter el ministro sueco de Exteriores, Carl Bildt, uno de los más activos en los contactos con Ucrania.

Queda por ver si realmente las angustias económicas de Kiev han sido únicamente la clave a la hora de optar por Moscú o si la oferta que los Veintiocho hacen a sus vecinos no es lo suficientemente atractiva y debe ser revisada.

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