Francino: "Sin autocrítica, humildad y pasión, el periodismo es una mierda"

  • En realidad quería ser maestro, pero Carles Francino llegó al periodismo por azar y muy pronto le picó el gusanillo de este "hermoso oficio" que sigue vivo, pero que se convierte "en una mierda", o en "otra cosa", si no hay autocrítica, ni humildad, ni curiosidad por aprender, y, sobre todo, sin pasión.

Raquel de Blas

Madrid, 23 feb.- En realidad quería ser maestro, pero Carles Francino llegó al periodismo por azar y muy pronto le picó el gusanillo de este "hermoso oficio" que sigue vivo, pero que se convierte "en una mierda", o en "otra cosa", si no hay autocrítica, ni humildad, ni curiosidad por aprender, y, sobre todo, sin pasión.

Francino (Barcelona, 1956), director de "La Ventana" (Cadena SER), se muestra convencido de que la mala imagen que los ciudadanos tienen de los periodistas se debe a que no se ha tenido el coraje de limpiar la "propia porquería" del oficio, además de no haber plantado cara "con suficiente energía" cuando han atacado a la profesión.

Quien en sus inicios profesionales compaginara el balón de fútbol y el micrófono, afirma en una entrevista con EFE que una de las amenazas del periodismo hoy en día es la "ofensiva en toda regla" para convertir a los profesionales "en simples voceros", algo a lo que contribuyen los "gestos de desprecio olímpico desde el poder" hacia el trabajo informativo.

PREGUNTA: Hágame una radiografía de la situación actual del periodismo.

RESPUESTA: Hay que distinguir entre periodismo y empresas periodísticas. Es obvio que el periodismo como negocio atraviesa un momento delicado, de encrucijada, porque han saltado por los aires los modos tradicionales de consumo y además está de capa caída la figura de los grandes editores. O sea, que cualquier respuesta debe partir de eso.

Dicho esto, el periodismo como oficio sigue siendo indispensable a pesar de dos amenazas gravísimas: la precariedad y la confusión. Lo primero es muy serio porque a más precariedad menos independencia y ahí reclamo el compromiso de las empresas. Si realmente creen en su papel dentro de la sociedad no pueden poner profesionales en el mercado a 600 euros, o falsos becarios, o cosas peores. En cuanto a la confusión, creo que existe una ofensiva en toda regla para difuminar el significado auténtico de la actividad periodística y convertirnos en simples voceros. Tenemos a gabinetes de comunicación armados hasta los dientes, gestos de desprecio olímpico desde el poder hacia nuestra tarea, la falsa modernidad de esas teorías de "periodismo ciudadano". Por no hablar del amarillismo rampante o el fenómeno imparable de periodistas que hacen publicidad. Así que a la pregunta de qué muestra la radiografía respondería que varias fracturas, algún tumor y signos de artrosis. Aún así, el periodismo sigue vivo, ¡ya lo creo! y es un hermoso oficio.

P: ¿Los periodistas deben posicionarse políticamente?

R: Cada medio debe tener una línea editorial claramente definida, una posición frente a los grandes temas. Y eso pasa por no mezclar de forma torticera información y opinión, pero no veo ninguna necesidad de que a título individual los periodistas exhiban la camiseta de tal o cual color político. Se nos debe juzgar por nuestro trabajo, y como no creo en la equidistancia ni en la objetividad -es metafísicamente imposible ser objetivo, otra cosa es ser honesto- supongo que el ciudadano ya se hace su propia composición de lugar. Por eso considero innecesarios los signos externos de complicidad con el público. Además no creo en el periodismo de trincheras políticas, lo detesto.

P: ¿Qué hacemos mal los periodistas para que los ciudadanos tengan tan mala opinión de nosotros?

R: No me gusta generalizar, es injusto y desenfocado. Claro que si metemos en una coctelera todo tipo de periódicos, radios, televisiones, digitales, y lo agitamos todo, puede salir un brebaje curioso. Pero soy partidario de discriminar y pienso que el ciudadano también lo hace (...)

Dicho esto, es evidente que como marca -ahora que está tan de moda hablar de eso-, alguna cosa hemos hecho mal: básicamente no tener el coraje de limpiar nuestra propia porquería y no plantar cara con suficiente energía cuando nos agreden. Hay que tener algo muy claro: nuestra relación con el ciudadano se basa en la confianza; si eso se rompe o lo llegamos a perder, estaríamos muertos.

P: ¿Hay autocrítica en la profesión?

R: Sí, la hay. No por autocitarme, pero conozco a muchos compañeros que la ejercen. ¡Es que resulta indispensable para este oficio! Porque lo contrario es la soberbia. Y el periodista -que los hay- soberbio, que un día cree saberlo todo y mira por encima del hombro, ha empezado a morir profesionalmente aunque él no lo sepa. Es posible que siga trabajando, ganando dinero, pero ya es un poco zombi porque sin autocrítica, sin humildad, sin curiosidad por aprender cada día, y sobre todo sin pasión, esto es una mierda. O no. Pero es otra cosa, al menos en mi opinión.

P: Ha trabajado en medios públicos y en privados. ¿Hay diferencia? ¿Más presiones?

R: España tiene una asignatura pendiente con los medios públicos. Todos los partidos que han tocado poder, todos, llevan en su ADN que el que gana las elecciones puede hacer "su" tele y "su" radio. ¡Falso, trampa! Los medios de titularidad pública se pagan con impuestos y pertenecen a todos los ciudadanos y deben ser, por definición, más imparciales que ningún otro. Y potentes, masivos, son un servicio público. Ha habido pocas etapas, pocos ejemplos, pero alguno hay (...) Yo estuve 11 años en TV3 y viví de todo: etapas más complicadas y menos.

¿Presiones? Pues claro. Igual que las hay en los medios privados donde a veces ya ni se discute. El problema no es que existan presiones sino que los profesionales no dispongan de mecanismos de protección suficientes para poder decidir -y equivocarse, si conviene- con libertad. Y eso vale para públicos y privados.

P: ¿En la actualidad la información política se trata de forma rigurosa o se tiende al sensacionalismo?

R: Lo primero es que creo que es falso que a la gente no le interese la política. Lo que le aburre, le fatiga y le asquea es que la información política esté monopolizada por las agendas de los partidos. ¡Eso es un coñazo! Y todos somos un poco responsables de ello. Dicho esto, el empobrecimiento del discurso político, el encabronamiento del debate y la funesta aparición de los argumentarios restan mucha viveza, mucha verdad y quizás ahí pueda caerse en la tentación de buscar más el espectáculo. De ahí que sea tan importante el trabajo del periodista para cribar, contextualizar, decodificar... Leer una buena crónica política es una delicia. La pena es que también hay bastante morralla.

P: ¿Cualquiera puede ser tertuliano?

R: Lamentablemente del concepto tertuliano se han hecho algunas perversiones. De entrada, que algunos se conviertan en portavoces políticos de manera muy nítida. ¡Oiga, si quiere usted un debate entre partidos políticos, cite a gente de los partidos! No lo haga por personas interpuestas. Y por otro lado, que se haya "profesionalizado" la figura de tertuliano, que algunos se crean su papel de sabios profundos, de hombres del renacimiento. Conste que en esto tampoco vale generalizar, pero eso de ver a los mismos -o a las mismas- hablando de todo y en todas partes no cuela, resulta estomagante.

Yo prefiero la opinión de alguien que tiene autoridad sobre algo concreto antes que vaguedades generales y lugares comunes sobre cualquier asunto (...) Sé que voy contra la corriente pero prefiero analistas concretos a opinadores universales.

P: ¿Cuál es la clave de una buena entrevista?

R: Saber escuchar. Sin eso no hay nada. Y tener claro qué quieres obtener del entrevistado, qué crees que le puede interesar a la gente. Y algo muy importante: no olvidar nunca que el protagonista de la entrevista es él, no tú.

P: ¿Qué cualidades hacen falta para ser un buen comunicador?

R: Saber de qué hablas, no hablar cuando no sabes, hacerlo todo con convicción y sin artificios. Porque comunicar es un fenómeno natural, no ir al teatro. A partir de ahí, la gente te puede comprar o no, ¡pero a ti! Aquello de "con la verdad por delante" también vale para esto. Impostores: abstenerse.

P: ¿Cómo cree que ha variado la parrilla de la radio con la deslocalización de los horarios del fútbol?

R: Es un despropósito, nos hace daño a todos: a la radio, a los oyentes y por descontado a los espectadores que van al estadio... Esto tendrá que volver a la sensatez algún día, no tiene ningún sentido.

P: Los carruseles deportivos parecen el "el opio del pueblo", se comen cualquier programa informativo/tertulia, son depredadores...

R: Los depredadores son quienes toman la decisión de darles tanto alpiste. Yo soy un clarísimo partidario del deporte, de los carruseles, de otorgarles prioridad en momentos especiales. Pero no siempre. Hasta la langosta o el caviar te pueden acabar hartando si abusas de ellos. Es un tema para reflexionar con calma. Hay que encontrar el equilibrio, pero es que a la locura nos han abocado también estos horarios televisivos tan nefastos.

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