Medel soltará lastre tras la fusión más larga del mundo

    • Como ha sido habitual durante esta larga travesía del desierto, el presidente de Unicaja, Braulio Medel, no está por hacer concesiones.
    • La entidad ha vuelto a poner sus condiciones encima de la mesa: cierre de más oficinas con el consiguiente ajuste de plantilla y otro tijeretazo al balance de CEISS.
Unicaja anulará la oferta sobre Ceiss en marzo si no llegan las medidas de los organismos
Unicaja anulará la oferta sobre Ceiss en marzo si no llegan las medidas de los organismos
Enrique Utrera
Enrique Utrera

Las estructuras de Caja España y Caja Duero están en estado de excepción. Después de tres largos años de idas y venidas insoportables para cualquier organización, pero muy especialmente cuando de una entidad financiera se trata, parece que está vez sí será la buena y la integración de Unicaja y Ceiss –el banco que agrupa a las dos entidades castellano-leonesas- será un hecho. Pero, como ha sido habitual durante esta larga travesía del desierto, el presidente de la caja andaluza, Braulio Medel, no está por hacer concesiones.

Sabedor de que tiene la sartén por el mango y de que el Gobierno no quiere que le vuelva a las manos una patata caliente en un momento muy inoportuno–le gustaría dedicar todos sus esfuerzos a la enajenación de eso otro agujero negro llamado Catalunya Caixa-, Medel ha vuelto a poner sus condiciones encima de la mesa: cierre de más oficinas con el consiguiente ajuste de plantilla y otro tijeretazo al balance de CEISS.

El objetivo no es otro que asumir la entidad con la menor cantidad posible de activos tóxicos. Ya ha dado algunos pasos, como obligar a que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) ponga sobre la mesa los algo más de 240 millones de euros de los bonistas y preferentistas del banco que no aceptaron la oferta de Unicaja, que no era precisamente generosa.

La desastrosa gestión de Caja Duero y Caja España hizo saltar por los aires las dos entidades con el recrudecimiento de la crisis. De aquellas estructuras queda mucho –entre otras cosas más de 3.000 empleados- sencillamente porque el interminable proceso de absorción del grupo ha retrasado lo inevitable. Cuando esté terminado, de las dos cajas quedará sólo el recuerdo. El plan de Unicaja no contempla hacer prisioneros.

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