Brasil registró una tasa de inflación de 0,26% en octubre, la menor para ese mes desde 2000, en una nueva señal de la tendencia a la desaceleración que registran los precios en la mayor economía latinoamericana.
El dato de octubre estuvo levemente por debajo de la media de 0,28% que esperaban las instituciones financieras consultadas por el diario económico Valor.
En septiembre, la escalada de los precios había sido de 0,08%.
En lo que va del año la inflación acumulada es de 5,78%, según los datos divulgados este miércoles por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
La medición a doce meses trepa al 7,87%, aún lejos del centro de la meta anual de 4,5%, y también por encima del 6,88% que proyecta el mercado para 2016.
El mes pasado, la inflación anualizada había sido de 8,48%.
La subida fue liderada por los costos de transporte (0,75%) y los de vestuario (0,45%), mientras que el capítulo de bebidas y alimentos, de fuerte ponderación en el indicador, retrocedió 0,05%.
La inflación se constituyó en un problema sensible para la economía brasileña, que entró en recesión en el segundo trimestre de 2015 y que, de corroborarse las proyecciones oficiales, habrá perdido el 6,8% de su PIB en los últimos dos años.
En 2015, los precios subieron 10,67%, en su mayor alza en 13 años.
La paulatina desaceleración de la inflación llevó al Banco Central a recortar 0,25 puntos la tasa de interés de referencia, a 14%, el mes pasado, realizando su primera reducción en cuatro años.
Mientras el país se debate para dejar atrás su crisis económica, el gobierno del presidente Michel Temer -del partido de centroderecha PMDB- impulsa un paquete de reformas que comenzó por una enmienda constitucional para congelar el gasto público por hasta 20 años. La iniciativa ya fue aprobada en la Cámara de Diputados y ahora está en el Senado.
En la lista siguen una reforma del sistema de jubilaciones y otra del mercado de trabajo, dos propuestas más espinosas con las que el gobierno de Temer se propuso reencauzar las cuentas públicas al suceder a la izquierdista Dilma Rousseff tras su destitución en agosto por manipular las cuentas públicas.
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