La alianza inédita de la izquierda divide a los portugueses

  • La perspectiva de verse gobernados por una alianza inédita de la izquierda tiene divididos a los portugueses. Para algunos será una "ocasión histórica", para otros, un "cóctel explosivo" que podría arruinar al país.

Pocas veces se ha visto un clima político tan tenso en Portugal. El país se está volviendo "ingobernable", advirtió el presidente conservador Aníbal Cavaco Silva, tras entronizar al viernes un gobierno conservador minoritario que la izquierda quiere tumbar el próximo 10 de noviembre, tras la presentación del programa.

"Habrá un acuerdo" de la izquierda, mayoritaria en el parlamento, para poner fin a la política de la derecha, "que está destruyendo el país", prometió el domingo Catarina Martins, portavoz del Bloque de Izquierda, afín a Syriza en Grecia y a Podemos en España.

El Bloque de Izquierda, que en las legislativas del 4 de octubre obtuvo un 10,2% de los votos, está a punto de cerrar un acuerdo con el Partido Socialista, la segunda formación más votada (32,3%), y con el Partido Comunista (8,3%).

"Es un golpe revolucionario" que apunta a "torcer el voto de los portugueses", dijo el vice primer ministro Paulo Portas, número dos de la coalición conservadora que ganó las elecciones con un 38,6% de los votos pero sin obtener la mayoría absoluta.

Algunos electores del Partido Socialista le dan la razón.

"Yo no he votado comunista. A las primeras de cambio, el Partido Comunista le va a dar la puñalada por la espalda a los socialistas. Será el fin del PS tal y como lo conocemos", dice Ana Almeida, una profesora de 55 años.

"Incluso si hubiera sabido que iba a aliarse con los comunistas, habría votado a António Costa", el líder socialista, dice por el contrario Joana Ramos, de 61 años.

"Es un moderado, y va a restablecer la justicia social en Portugal", dice esta propietaria de una tienda de antigüedades en un barrio popular de Lisboa.

Su mayor preocupación son las pensiones, recortadas como parte de las medidas de austeridad aplicadas en la legislatura pasada por el gobierno conservador de Pedro Passos Coelho.

El Bloque de Izquierda dijo que ya se ha alcanzado un acuerdo con el PS sobre las pensiones, de forma que "las más bajas serán revalorizadas en 2016, y las otras lo serán más adelante", según Catarina Martins.

Entre los puntos de negociación también figuran el aumento del salario mínimo y el regreso a las 35 horas semanales en la función pública.

Unas medidas que tendrán un coste. "Ya estamos arruinados, pero es que con la izquierda radical será el fin, iremos derechitos a un nuevo plan de rescate", teme António Constantino, de 63 años, que votó a Passos Coelho.

Portugal salió en mayo de 2014 de un plan de rescate internacional de 78.000 millones de euros, acordado en 2011 a cambio de un exigente paquete de ajustes.

El acuerdo, firmado por la derecha y los socialistas con la troika de acreedores (UE, FMI, BCE), fue muy criticado por el Partido Comunista y el Bloque de Izquierda.

Estos dos partidos no esconden además su oposición a las normas fiscales europeas, que exigen un déficit público inferior al 3% del PIB.

"Hay que terminar con el tratado fiscal europeo", dicen ambas formaciones. El PS, por su lado, aboga por una "lectura inteligente" de las normas europeas.

Mário Centeno, autor del programa económico socialista, deberá sacar su calculadora para cuantificar las futuras concesiones a la izquierda radical. Considerado como un liberal, este licenciado de Harvard se presenta como el garante de la disciplina fiscal.

Algunos disidentes en el seno del PS, como el eurodiputado Francisco Assis, ya han anunciado que se oponen a este "giro a la izquierda". Según él, una alianza de los socialistas como la extrema izquierda sería "contra natura".

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